En la sociedad, los que no se adaptan van a la cárcel. En la cárcel, los que no se adaptan al régimen ordinario van a régimen cerrado o aislamiento, como se conoce en prisiones. Es la forma más dura de cumplir condena y a la vez la más desconocida. Esto genera mucho interés, por ese motivo hemos querido en este número dar una pequeña visión, contando con la ayuda de un Equipo Multidisciplinar de Régimen Cerrado para realizar este reportaje, compuesto por: Marta, psícóloga; Isabel, trabajadora social; Juanma, educador; Manuel y Miguel, funcionarios; Mireia, Cruz Roja y Paulino, capellán en el CP Soto del Real.
Se está preso en todas partes, pero allí es mucho más duro.
La ejecución se puede hacer en módulos de régimen cerrado o en departamentos especiales, en función de las modalidades previstas en el Reglamento Penitenciario: Artículo 91.3 modalidad más restrictiva y Artículo 91.2, siendo la más habitual.
Cuando llega un interno se establece un periodo de observación. Tenemos que conocer a esa persona, ver qué necesidades tiene y ver qué se le puede ofrecer, dice la psicóloga. Los internos se sorprenden cuando están con alguien del equipo técnico sin esposar ni con barreras. Eso hace que el interno esté más tranquilo y se normalice la situación, dice la Trabajadora Social. Muchos de esos internos vienen con un historial muy complejo, o situaciones graves que han supuesto su llegada a Régimen Cerrado. Si bien estoy debe ser tenido en cuenta, el objetivo debe ser que no vuelva a ocurrir. Nos sentamos con ellos a charlar en un despacho cara a cara. Yo les hago hincapié en que nos interesa qué vamos a hacer a partir de ahora, dice el Educador.
Los internos destinados a departamentos especiales o régimen cerrado tienen los mismos derechos que los internos en régimen ordinario, eso sí, con limitaciones en el régimen de vida Se ve reducida la vida en común, se observa un mayor control y vigilancia, cumpliendo con las medidas de seguridad, orden y disciplina que elabora el Consejo de Dirección. Cada vez que salen de las celdas son cacheados, tienen limitado el número de prendas de vestir y enseres que pueden tener en sus celdas, existen máximos de personas que pueden compartir patios, etc.
Esto no debe suponer una merma en las actividades tratamentales, necesarias para propiciar los cambios sustanciales en la conducta y personalidad de estos internos, para el desarrollo de una convivencia normal, ordenada. Ayudan también a eliminar esa energía desestabilizadora que puede generar una conflictividad intensa y persistente.
Pueden disponer de la biblioteca, lavandería, locutorios, vis a vis, prensa, la UNED, llamadas telefónicas, videollamadas (apuntándose previamente en una lista) o economato (aunque por seguridad algunos productos no están disponibles, como las latas de conserva). La televisión o radio también está permitida, previa adquisición, si es posible. El número de horas que pasan en sus celdas es mayor que en régimen ordinario, pudiendo tener un máximo de 3 horas de patio si están en modalidad 91.3RP o un máximo de 4 si están en 91.2RP. Yo siempre digo que es la cárcel dentro de la cárcel. Se está preso en todas partes, pero allí es mucho más duro, dice la Trabajadora Social.
No todo es tiempo vacío.
Para trabajar con estos internos e intentar que se adapten cuanto antes a un régimen ordinario, existe un programa de intervención específico que garantiza la atención personalizada a los internos, por parte de equipos técnicos especializados y estables. El programa marco viene recogido en Instrucción de la SGIP y debe tener como objetivo general la adaptación e integración del individuo al régimen ordinario. Cada centro penitenciario es libre de adaptar el programa según sus necesidades, recursos e instalaciones.
Cuando un interno ingresa en el departamento de Régimen Cerrado se le entrevista por parte de todo el Equipo, se informa sobre la existencia y funcionamiento del Programa, siendo voluntario su participación.
El programa en Soto.
Con ocasión de las obras de mejora en el departamento en el año 2023, que mantuvo el recinto cerrado unos meses, se adaptó arquitectónicamente el espacio para facilitar la intervención. Simultáneamente, se diseñó el Programa de Régimen Cerrado de Madrid V, mediante equipos de trabajo formados por personal de tratamiento, de seguridad y vigilancia y otros colaboradores.
Se estableció así un sistema de niveles progresivo y flexible (Adaptación-Evolución-Convivencia) En cada nivel hay unos requisitos y normas que se deben cumplir acompañados de una serie de beneficios en el régimen de vida.
La clave del éxito es la existencia de un Equipo Multidisciplinar (formado por todas las áreas profesinales) que se reúne semanalmente para evaluar a los internos y ver su progresión, realizar propuestas, recomendaciones y modificaciones en grupos y actividades. En las decisiones que tomamos somos corresponsables todos. Creo que eso es un aspecto muy importante porque facilita las cosas. Hay mucha comunicación y eso hace que no genere problemas. Se trabaja en equipo, tanto para lo bueno como para lo malo, dice el educador.
En cada nivel, se ha establecido una serie de actividades tratamentales, más numerosas e interesantes a medida que se progresa. Los internos en el nivel más avanzado, por ejemplo, pueden contar con salidas al polideportivo general, actividades deportivas con monitor, terapia psicológica, libroforum (donde intentan inculcar hábitos de lectura), escuela, yoga, (impartido por una voluntaria), grupo de la Cruz Roja (donde se tratan adicciones) y el grupo con Paulino —capellán del Centro— que es una de las actividades preferidas por los internos. La labor que hago con los internos es terapéutica. Los internos hablan conmigo, nos tomamos un café y se desahogan. Conmigo tienen una confianza distinta a la que tienen con el resto de profesionales, por eso les gusta tanto, asegura Paulino.
Un cambio de hábitos.
Muchos de ellos llegan a reconocer lo malo que han hecho y son capaces de cambiar. Que estar en una cárcel dentro otra no es nada bueno y que tienen que esforzarse y salir adelante. Hay algunos que tardan mucho en hacerlo. Puede suponer mucha tensión. Hay que hacerles saber que así no se consigue nada. Hay que charlar, dice Paulino, y es que uno de los objetivos que tiene el régimen cerrado es justo ese: autocontrol y adaptación. Por eso, formar parte del Programa es un paso hacia ese cambio. Los internos lo agradecen. Resulta difícil porque cuando estás acostumbrado a tu soledad, a que nadie organice tus tiempos, hace que quieras estar a tu aire. Es por ello que el Programa en Madrid V se centra en 3 áreas de exigencia: Comportamiento, Higiene y Actividades. Para ellos es un esfuerzo cambiar su comportamiento, mantener las formas, salir aseado a las terapias de grupo. Y hay gente que no quiere hacer ese esfuerzo. Que veas que tu implicación o presencia genera que otras personas que están perdidas puedan salir adelante de un sitio tan oscuro es muy bonito y gratificante. Algunas veces te pueden decepcionar, pero eso es parte del proceso y a mi me compensa, dice la psicóloga.
El peor enemigo eres tú mismo.
Tanto si están en régimen cerrado o especial, los internos tienen que luchar con su peor enemigo: ellos mismos. Y es que estar encerrado en una celda durante mucho tiempo en solitario hace que los pensamientos y emociones encerradas salgan a la luz, teniendo que enfrentarse a ellas. La ociosidad genera dejadez, aburrimiento y al final deriva en mal comportamiento, asegura la psicóloga. Es por ello por lo que muchos internos sufren de ansiedad, estrés, hostilidad o agresividad. Trabajar con estas variables es algo primordial. Una organización y una ocupación efectiva del tiempo repercute directamente en la conducta de los internos. Cada interno va a tener su propio avance, a su propio ritmo, con sus plazos, y es importante no hablar en términos absolutos, dice la psicóloga.
En España se usaron también celdas de tortura.
Durante la Guerra Civil Española, por parte del bando repúblicano se emplearon cárceles clandestinas llamadas checas psicotécnicas, diseñadas por Alfonso Laurencic, dibujante, decorador, músico —a la vez que colaborador y espía del Servicio de Información Militar— usadas para detener, torturar e interrogar.
Estas cárceles usaban efectos de luz e ilusiones ópticas para provocar daños psicológicos en el recluso. Estaban alquitranadas por dentro y fuera para que el sol lo recalentara y así convertirlo en un horno asfixiante. Además el espacio de la cama estaba inclinado para complicar el descanso y el suelo incorporaba irregularidades para que caminar fuera imposible. Sobre las paredes se proyectaban motivos geométricos y obras abstractas y surrealistas de artistas, como El perro andaluz de Buñuel, en la que se ve cómo le rajan el ojo a una mujer con una navaja de afeitar.
El legado de las Checas Psicotécnicas es un recordatorio sombrío de los peligros del abuso de poder y la falta de respeto por los derechos humanos. Su existencia ilustra cómo la ideología política puede justificar atrocidades y cómo la manipulación de la justicia puede convertirse en un arma letal en tiempos de conflicto.
Reflexionar sobre este episodio oscuro de la historia española es crucial para recordar la importancia de los principios democráticos, el respeto a los derechos humanos y la necesidad de proteger la justicia y la dignidad de todas las personas, incluso en tiempos de crisis y conflicto.
¿Y antes?
Previamente a la existencia de un programa estructurado, había actividades, pero no había una conexión entre profesionales como hay ahora. Todas las decisiones que se toman en el marco del Programa son validadas por todo el equipo, incluyendo a los funcionarios de vigilancia que trabajan en esos departamentos y que somos al final los que conviven día a día con ellos asegura Manuel.
El perfil de aislamiento ahora mismo es bastante tranquilo en comparación con otros años que eran más problemáticos. Ahora se han incrementado las dotaciones económicas, humanas, la implicación profesional. La sociedad ha guiado la política penitenciaria. Han cambiado cosas a nivel estético, se intentan eliminar elementos visuales y arquitectónicos que puedan influenciar negativamente, como optar por colores más vivos y no dar una sensación de oscuridad, dice el funcionario. Ahora el perfil de interno es diferente, se observa que están menos prisionizados, son más jóvenes, pero más deteriorados y por lo general suelen ser menos agresivos. En 20 años he tenido incidentes muy graves que ahora no es tan frecuente que se den, pero eso no quita que haya que bajar la guardia, son internos en primer grado, recuerda Miguel, algo que corrobora Paulino: Antes eran más duros y con más mala leche. Mas peleas. Más conflictos. Los históricos se han dado cuenta que no llegaban a ningún lado.
Régimen cerrado si. Régimen cerrado no.
Existe controversia sobre la figura del régimen cerrado. Está en trámite la reforma en muchos países y según afirma Juan Méndez, relator de las Naciones Unidas sobre Tortura y Tratos crueles, se está produciendo una tendencia a limitar el aislamiento. Hay países nórdicos que lo están restringiendo a internos en prisión preventiva. En contraste, en otros países, como en Francia, el cumplimiento habitual supone que el interno esté 22 horas en la celda. No tienen escuela, no tienen actividades, por lo que se puede decir que España es un país pionero en el tratamiento y convivencia de internos en primer grado. El régimen normal en Francia es más restrictivo que el régimen cerrado en España. Por contra en España se cumple más años por el mismo delito, dice el Educador. Hay que hacer una valoración de si cumplir menos años con una convivencia más dura o cumplir más años con una convivencia más normal, recalca. Aunque haya personas que están mucho tiempo en aislamiento, no quiere decir que no sufran. Y aunque no sufran algún trastorno de manera visible, el dolor o sufrimiento está presente, según Juan Méndez.
No obstante, no podemos obviar que en algunas ocasiones, es necesario dar una respuesta institucional contundente a situaciones que ponen en riesgo la integridad de las personas, o que suponen una falta de adaptación absoluta a las normas establecidas. Siempre hay una parte que no queremos ver. La violencia existe y los conflictos existen. Hay que decirles muchos noes. Y parte del tratamiento de los internos es gestionar la frustración. Es un régimen duro y tiene que serlo, nos recuerda Manuel. No hay que avergonzarse de que a veces es necesario reducir a un interno aplicando la fuerza indispensable. Tenemos que estar para eso y para hablar con ellos. Aislamiento es el medio represor de una prisión. Ese respeto tiene que existir hacia este departamento dice Miguel. Se busca un efecto disuasorio, por las carencias que implica respecto al régimen ordinario.
Hoy por hoy, contar en régimen cerrado con un programa de intervención específico es una medida pionera en toda Europa; pero como todo en la vida no todo es perfecto. Porque según comenta Manuel: Para muchos internos la posibilidad de estar en el programa les genera una exigencia a la que no llegan, un estrés que les cuesta gestionar. El programa está encaminado a lograr su integración, pero en muchos casos no van a ser capaces. A muchos les cuesta abrirse, convivir, dice el funcionario. Es por ello que hay que establecer expectativas realistas, pero mantener el optimismo: La gente en régimen cerrado puede llegar a ser complicada, con muchos déficits. No podemos decir que la mayoría lo consiga, pero cada interno que lo consigue ya me parece un éxito, dice la psicóloga.
Para cerrar el debate, el educador nos regala una cita de la película Matar a un Ruiseñor: “Hijo mio, en el mundo hay muchas cosas feas, me gustaría que no las vieras, pero eso no es posible, – le decía Aticus a su hijo. A todos nos gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero son así