Durante el mes de noviembre, los internos del módulo terapéutico de Proyecto Hombre invocaron un pasaje del terror que aunaba un escenario de artística sordidez con un elenco de actores a los que los asistentes no agradecieron su destreza interpretativa con aplausos, sino con gritos de terror. Freddy Krueger, la niña de El exorcista, almas en pena, enfermos psiquiátricos en trance de ser torturados o pálidos rostros de aparecidos asaltaban a los visitantes a través de un recorrido salpicado de sangre y miembros humanos. Ante una pantalla de televisión llena de interferencias, una mujer monstruosa se sentaba con un niño en el regazo. De repente, recibe una llamada y salta como un resorte de la silla y se vuelve contra los visitantes, ofreciéndoles su bebé teñido de sangre. Dos pisos de recorrido en los que el guía, espectro de otro mundo, con voz cavernaria, repetía: “¡síganme, si no será demasiado tarde!” En lo que sería el baño de un módulo normal, las parpadeantes luces y las visiones horribles de las paredes preludiaban la irrupción de asesinos que perseguían a los desafortunados asistentes hasta una sala donde un cura de luminosos ojos rojos acompañaba a otro que ordenaba sin cesar a la pobre poseída que yacía sobre la cama, retorciéndose en violentos espasmos, “¡sal de ese cuerpo, en el nombre de Dios!”.
Y en nombre de todos los que disfrutaron de tan conseguido teatro del horror, internos y funcionarios, la redacción de Ecos de Soto felicita a todos los que lo hicieron posible y se quita el sombrero ante la demostración de creatividad y compromiso que han demostrado los compañeros del módulo terapéutico.