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Se entiende que en otras épocas de la historia esta definición tuviera sentido, pero en la actualidad una cárcel, además de ser un local de retención de internos, debe ser también un sitio que, tal y como marca nuestro ordenamiento jurídico, sirva de reeducación y reinserción para aquellas personas que han sido condenadas de modo que, una vez cumplida su condena, puedan volver a la sociedad. En pleno siglo XXI, una prisión no puede ser vista o planteada como se planteaba cien años atrás.

Los funcionarios y los técnicos forman una parte más que importante en el día a día de un interno, pero también existen una serie de asociaciones, fundaciones y entidades que participan de forma activa en la vida de la prisión. Además de las actividades tratamentales, hay otras actividades de lo más variadas, impartidas por voluntarios, los cuales hacen una labor absolutamente desconocida para la sociedad en general.

Muchas veces se oye cómo algunas personas critican el hecho de que exista o no piscina en las prisiones, si hay polideportivo, etc. Lo que nunca nadie dice es que un interno está más de quince horas al día encerrado en menos de ocho metros cuadrados, con un compañero y que, en el mejor de los casos, tiene una televisión, una radio o un libro para poder abstraerse de una misma pregunta: ¿qué estarán haciendo los tuyos?, a la vez que le da vueltas a lo que les dirá al día siguiente cuando los llame por teléfono, aparte del consabido “te quiero”, si es que tiene esa posibilidad.

Como su nombre indica, los voluntarios son personas que de forma desinteresada acuden a la prisión a ayudar a sobrellevar a los internos su condena. “¿Qué tal estás hoy?” O algo más simple como un apretón de manos resulta esencial para la moral de los internos.

La mayoría de las veces los voluntarios desarrollan una actividad que ayuda a aquellos que estamos privados de libertad a pensar, a desarrollar ciertos sentidos que aquí se atrofian, y, lo más importante, a seguir sintiéndonos personas; convencernos de que estar privado de libertad ya no es sinónimo, en la mayoría de las ocasiones, de estar apartado de la sociedad, en un cementerio de vivos o de muertos civiles.

Eso es lo que en este especial queremos tratar: el perfil que tienen algunos de esos voluntarios, qué les llevo a visitar la cárcel por primera vez y, lo más importante, intentar saber por qué siguen viniendo.
Otro factor que no debemos olvidar es que hay mucha población reclusa que es extranjera, que no tiene a nadie en España que venga a visitarla, lo que agrava su situación en gran medida, pues la comunicación con los seres queridos es algo esencial para cualquier persona. Los voluntarios tratan de suplir estas y otras muchas carencias, como por ejemplo, rellenar instancias para presentar a los funcionarios. En este sentido, la labor de los funcionarios, de los voluntarios y del CEPA Yucatán en Soto del Real es fundamental.

No se puede entender un día en una cárcel sin los avisos por megafonía, desde el inicial en el que se indica el recuento matutino, hasta el último en el que se anuncia el recuento nocturno. Son cientos los mensajes que se reciben. Unos más esperados que otros: hay algunos inesperados, agente judicial, enfermería o entrevista con algún miembro del equipo técnico y otros que se esperan con verdadera “necesidad”: cine fórum, aula de cultura, actividades dentro del módulo, etc. Estas actividades son impartidas en la gran mayoría de los casos por voluntarios o por los propios internos.

Nos hubiera gustado poder conocer la opinión de todos los voluntarios, pero por cuestión de espacio nos hemos tenido que limitar a ocho que, entendemos, son representativos de todos ellos. Cuando uno se detiene a pensarlo, resulta asombroso: cómo personas acuden en ayuda de los marginados de forma altruista y, más aún, cómo se entregan y regalan sus conocimientos desde la más pura humanidad. Quizá se trate de eso, de que, a pesar de todo, todos los días suceden cosas maravillosas, innumerables actos de bondad que no salen en las noticias. Los voluntarios personifican a la perfección este hecho tan oculto como luminoso. Los perfiles y las circunstancias son múltiples, pero todos tienen rasgos en común y eso es lo que pretendemos dejar plasmado a continuación.

25
Asociaciones y fundaciones

50
Total programas de intervención en el centro

250
Media de voluntarios

1000
Actividades anuales


¿ Quién es Silvia ?
Una prejubilada de una empresa eléctrica, que después de una vida frenética, disponía de mucho tiempo libre y qué mejor que ocuparlo ayudando a los demás. Es lo que me inculcaron mis padres desde muy pequeña.

¿Qué le motivo a ser voluntaria en una cárcel?
Soy colaboradora de Caritas y en mi parroquia me dijeron una serie de actividades y cuando llego a Soto, fue como una llamada. Luego pensé que lo mismo me había venido muy arriba, pero Josema, un compañero, me dijo “prueba y si ves que no te va bien buscamos otra cosa”. Y aquí estoy después de seis años. Me gusta

¿En qué consiste la actividad que realiza?
Jugamos al parchís, al dominó o a lo que quieran. Otro día no les apetece y estas con ellos hablando. Me han regalado esta pulsera, me han hecho un marco precioso, estamos encantadas.


¿Qué le aporta cada día que viene?
Hay cosas que nos hace mucha gracia porque alguno nos dice “oléis a calle” y no sé, la verdad es que vengo muy contenta, para mí es muy gratificante, creo que recibo más de lo que doy, sin duda. Es algo que no sé decirlo con palabras: vengo muy contenta y salgo más contenta.
Al principio me sorprendía, pero con el tiempo es donde más a gusto hemos estado, tanto mis compañeras como yo nos encontramos muy a gusto, vemos que algunos esperan que lleguen los martes para que estemos con ellos y eso es muy gratificante.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Creo que lo agradecen de alguna manera, están contentos, nos saludan, les damos un trato muy cercano, es una relación muy diferente a la que pueden/deben tener con los funcionarios, ya nos conocen.

¿Ve necesario este tipo de actividades dentro de un centro penitenciario?
Sin duda. Para vivir hay que servir, “el que no vive para servir, no sirve para vivir”. Es una frase de la madre Teresa, que es una gran verdad.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
Que colaboren en la medida de sus posibilidades. Mis padres me inculcaron unos valores y ahora que puedo, tengo tiempo y salud qué más puedo pedir para ayudar a los demás.


¿Quién es Julio?
Un tipo que lleva 17 años viniendo a un centro penitenciario para echar una mano a personas que considero que lo necesitan. Como ser humano, me gusta la comunicación.
Es la única actividad que no he podido dejar, todos los martes vengo a Soto. Para mí se ha convertido en una obsesión, en un auténtico placer, el poder ayudar y tener amigos aquí.

¿Qué le motivo a ser voluntario en una cárcel?
Estaba dando una conferencia y me ofrecieron colaborar en temas de prisiones, hospitales y acompañamiento de mayores. Empecé en la prisión de Navalcarnero y ya llevo muchos años en Soto.

¿En qué consiste la actividad que realiza?
En un principio era cine, música y literatura. Yo les traía un libro, y durante un mes lo íbamos comentando, les ponía películas y música relacionadas con el libro, el problema es que los libros volvían en muy mal estado. Desde entonces solo pongo cine, que es mucho más variado y más fácil de acertar.


¿Qué le aporta cada día que viene?
Me aporta el conocimiento de la gente, jamás he preguntado a nadie por qué está aquí, y al final me doy cuenta de que hay gente que tiene mucha suerte por vivir un ambiente como este, desde afuera por lo menos, y esa suerte consiste en saber que hay otros modos de vivir y esos modos son muy interesantes y así poder valorar la libertad en la medida que la tiene.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Los chicos, según me dicen, están encantados y lo consideran el espacio más libre dentro de la prisión, y eso me encanta. Un simple abrazo de un chico por venir merece la pena.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
Que lean, ya se decía que todo está en los libro. Ahora se cree que todo está en internet y no es cierto. He conocido mucha gente. Una vez, caminando por la Gran Vía de Madrid, se me acercó un chico y me decía “profe, profe, ¿sabes que los días más felices que pase en los cuatro años de Soto fueron contigo?” Ese saludo me llenó hasta el infinito.


¿Quién es Jesús?
Es un maestro de primaria en un colegio público, que se considera una persona verdadera, Y con “persona verdadera” quiero decir que cuando identifico que hay un modo distinto y mejor de tratar las cosas, sale una lucecita roja, que me dice que estoy hecho para una cosa más grande.


¿Qué le motivo a ser voluntario en una cárcel?

Soy católico y una cosa que siempre me impresionó al leer la biblia fue aquello de “estuve preso y vinisteis a visitarme”. Es algo que siempre he tenido en la cabeza. Siempre he querido acompañar a los que más sufren.
Es como ese deseo de reconocer lo que decía el papa Francisco: no hay una diferencia entre los que están dentro y fuera, lo único que nos diferencia es que a nosotros todavía no nos han pillado. Todos somos lo mismo, tenemos el mismo deseo de ser perdonados, redimidos.

¿En qué consiste la actividad?
Es una actividad, impulsada por la Fundación Hijas de la Caridad y por Comunión y Liberación, que se llama La aventura de vivir. Lo que intentamos es realizar un trabajo por medio de distintos textos y canciones relacionadas con estos. No hay otra pretensión que poder acompañar en la situación personal en la que cada uno de los internos se encuentra.


¿Cómo cree que influye su actividad en los internos?

Por lo que nos dicen se convierte en un lugar humano, en el que pueden hablar en total libertad en el momento que se encuentran. Nos han llegado a decir que durante el tiempo que dura la actividad se han olvidado de dónde están.

¿Ve necesario este tipo de actividades dentro de un centro penitenciario?
Veo necesario actividades en las que se apueste por el hombre, por la reinserción.
La primera reinserción pasa por creer en el hombre y en la persona. Actividades de este tipo me parecen interesantes, más que rellenar el tiempo.

¿Qué les diría a los que nos lean?
Les diría, si son cristianos, que pidan por los internos para que el tiempo que aquí vivan pueda ser una misteriosa posibilidad de crecimiento.
Para los que no son cristianos, que les den una oportunidad y que puedan conocer mejor a las personas que aquí están dentro y se dejen de tópicos de películas y noticias.


¿Quién es Carmen?
Soy una mujer con 65 años que me siento afortunada en mi vida, he tenido mucha suerte en la vida y ya en la última etapa, estoy jubilada. Me interesa muchísimo el relacionarme con los demás en todos los ámbitos de la vida.

¿Qué la motivó a ser voluntaria?
Entré en Solidarios hace 16 años y estuve en el programa de personas sin hogar, salía de ruta de calle y un día nuestro técnico me comentó que si me interesaba hacer una salida con los internos que están en tercer grado, hice una salida cultural por Madrid y luego me dijo que si me apetecía el hacer una visita a un centro penitenciario y desde entonces ya llevo 13 años viniendo a Soto.

¿En qué consiste su actividad?
Todos los sábados vamos a distintos centros penitenciarios y realizamos el aula de cultura. Es compartir un espacio de dos horas con distintos invitados, de distintas categorías. Para mí lo más interesante es el acercamiento, poder compartir el tiempo con los internos y hablar con ellos.

¿Qué les dicen los internos sobre la actividad?
Ellos nos dicen que somos un poco de aire fresco cada semana. Nos esperan y nosotros también y es importante el abrazo, más para los internos que son extranjeros, que no tienen visitas de sus familiares y amigos. Somos los únicos que ven de fuera, nos damos un abrazo, creemos que es muy importante, para ellos y para nosotros.
El hecho de estar privado de libertad no significa estar privado de cultura. Hay cosas fundamentales en la vida y es también necesario que se conozca lo que se hace en las prisiones, no solamente lo que sale en los medios, que es normalmente lo negativo.

¿Qué les diría a los internos?
A los internos que participen, que aprovechen el tiempo, que ya que están aquí no lo pasen en blanco.
Y a los de fuera, les sorprende el que se pueda hacer cosas en un centro penitenciario
Llevo muchos años, pero desde que empecé en el año 2012, he conocido muchísima gente y puedo decir que muchos de mis mejores amigos los he conocido aquí dentro.


¿Quién es Óscar?
Alguien que ama la naturaleza y especialmente a las personas, todo lo que hago es para la gente. A mí me gusta servir.
Por medio de la SGAE, he tenido la posibilidad de aportar mi granito de arena. Hay que estar con la gente, todos podemos cometer un error, pero hay que estar con los internos. Cuando no les veo, les echo de menos y, dentro de lo mío, que es teatro y la comunicación, me gusta la experiencia que estoy haciendo con ellos.

¿En qué consiste la actividad que realiza?
Es un taller de teatro. No quería hacer lo típico que hago fuera, quería hacer algo específico para aquí. Mi intención es que hagan una experiencia de participación con el público, que conozcan la magia del teatro, que existe y es real y es lo que quiero que hagan ellos.
Es la primera vez que vengo a una prisión a dar clases y estoy aprendiendo mucho de cómo funciona, me gustaría tener un poco más de apoyo por parte de los funcionarios y poder trabajar en equipo con ellos.

¿Qué le aporta cada día que viene?
Vida, hay veces que veo tristeza, al principio me costó hacerme a esas miradas, el primer mes me costó mucho. Todos son absolutamente respetuosos, siempre con ganas de trabajar, con ganas de pasárselo bien. He llegado a echarles de menos realmente.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Espero que bien, que no solo en el momento que estamos trabajando, sino que luego lo lleven a su sitio y continúen con ello, que tengan esa inquietud de vivir el personaje y así estar entretenidos. Uno interpreta personajes y eso remueve cosas, compartes y se profundiza a nivel personal e individual todo lo que se pueda.
¿Ve necesario este tipo de actividades dentro de un centro penitenciario?
Cien por cien, creo de verdad que debería de haber más actividades.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
A los internos que se animen a participar más en cualquier actividad, es una forma de integrarse y de exigirse personalmente un esfuerzo. Faltándote la libertad es muy importante sacarle partido al sitio donde estás. Y a los de fuera que se animen a participar, esto es una experiencia maravillosa, estás siempre pensando en los chicos, que vengan y propongan una actividad es muy interesante.


¿Quién es Carmen?
Una persona que lo único que intenta es servir para algo en la vida y ayudar en todo lo posible a quien pueda y lo necesite.

¿Qué le motivo a ser voluntaria en una cárcel?
Cuando falleció mi madre me di cuenta de que tenía un tiempo que podía emplear en ayudar a otras personas, hablé con el párroco de cerca de mi casa y me comentó el tema de poder colaborar en la prisión, fui a una reunión y me pareció muy interesante.
A la cárcel no se le da importancia, es un tema tabú que no se trata en la sociedad, es como de la muerte, si no se habla ya no existe.

¿En qué consiste la actividad que realiza?
Taller de inglés, tenemos todos los niveles: desde principiante hasta avanzado. La finalidad es que los internos puedan desarrollar una actividad y aprovechar el tiempo aquí dentro.

¿Qué le aporta cada día que viene?
Reconozco que tengo dos sentimientos encontrados. Me aporta mucha alegría el venir aquí y ayudar a las personas que asisten a clase. Te lo agradecen mucho más que los de fuera. Por otro lado, cuando me voy, miro atrás y veo las puertas, los muros, ahí es cuando te das cuenta que a los que acabas de dejar les falta la libertad, que lo es todo.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Habrá de todo, pero creo que la mayoría están contentos y muy agradecidos. Tan importante es que aprendan, como el que noten que son tratados como personas que son.

¿Ve necesario este tipo de actividades dentro de un centro penitenciario?
Muchísimo, tenía que haber mas talleres de diferentes cosas, es fundamental para lograr la reinserción y la reeducación.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
A los internos que aprovechen al máximo el tiempo que tengan que estar aquí para beneficio suyo, como aprendizaje para su vida posterior, que no lo desperdicien; a los que están fuera, que intente comprender a los que están dentro, que no se olviden de ellos.


¿Quién es Carmen?
Es alguien que se preocupa por los demás, que le interesa conocer el lado humano de cada persona y ver lo que lleva detrás. Todos tenemos nuestro escudo y nos cuesta mucho abrirnos. A mí me gusta ir un poco más allá.

¿Qué le motivo a ser voluntaria en una cárcel?
Tengo la suerte de pertenecer a un ámbito social muy cómodo y siempre me había llamado la atención esa gente que no ha tenido las mismas posibilidades que he podido tener yo. Creo en las segundas oportunidades. Estudié integración social y siempre he sentido curiosidad por la gente que tiene menos, por esas familias desestructuradas, que cuando hablas con ellos lo que les falta es una base muy fuerte, que si no la tienes la vida siempre va a ser mas difícil.

¿En qué consiste la actividad que realiza?
Lectura creativa, traigo diferentes textos de temas que resulten interesantes para hablar con ellos, los leemos y vamos comentándolos. Respetamos todas las opiniones, suelen ser temas en los que pueden soltarse, temas de actualidad, cosas que les diviertan y con las que se puedan sentir identificados. Es hablar un rato tranquilos, que se sientan importantes y sobre todo que sean los protagonistas.

¿Qué le aporta cada día que viene?
Cuando me dicen “qué bien profe que vienes y nos ayudas”. Lo que ellos no saben es que ellos me ayudan más a mí que yo a ellos. Me siento muy afortunada de dónde estoy y sobre todo me aporta el valorar más las cosas que tengo en mi vida gracias a ellos.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Quiero pensar que es una buena influencia porque debatimos muchos temas, y salen muchos puntos de vista diferentes. Intento por medio de la cercanía y de la empatía, que se abran y que cuente sus inquietudes y sus cosas, y al final lo conseguimos.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
Para mí lo peor que tiene es que se está privado de libertad, es una cosa muy seria, independientemente del delito. Una equivocación la puede tener cualquiera en su vida, es muy fácil juzgarlo si no te ves en la situación.


¿Quién es Marta?
Es una persona muy normal con todos sus defectos y virtudes que intenta capear la vida, ser feliz, y que cada día intenta revisarse mentalmente para ver en qué puede mejorar, ser más feliz y aportar algo.

¿Qué le motivo a ser voluntaria en una cárcel?
Quería hacer un voluntariado. Quería algo que me retase un poco, aunque todos digamos que no tenemos perjuicios, que todos somos muy justos y muy razonables. De algún modo, yo sí los tenía y quería algo que me sacase de mi zona de confort.

¿En qué consiste la actividad que realiza?
Hago un taller de español para extranjeros en el módulo 8. Les enseño vocabulario y gramática para que se puedan desenvolver en el mundo penitenciario.

¿Qué le aporta cada día que viene?
Me aporta muchísimo, siempre digo que venir a una cárcel te abre un abanico de grises que no ves fuera y más en un mundo que cada día está todo más polarizado.

¿Cómo cree que influye su actividad en los internos que participan?
Es una actividad muy práctica, que sirve desde el minuto cero, quiero pensar que con lo que les enseño, solo terminar el taller pueden hacer algo tan sencillo como ir al economato y decir quiero un café o cuánto cuesta un refresco. Creo que les aporta mucho.

¿Ve necesario este tipo de actividades dentro de un centro penitenciario?
Totalmente, todas, desde las más prácticas a las más desarrolladas. Lo vivimos todos en la pandemia, se nos caía la casa encima y teníamos internet, móviles, amigos, cocina e incluso así se nos hacían los días eternos. Aquí se da el agravante de que están rodeados de gente que no eligen. Todas esas horas muertas solo llevan a bucles mentales, y eso no es positivo.

¿Qué les diría a los que nos lean, dentro a fuera?
Para mi dar mi tiempo a los internos de una cárcel es de las mejores experiencias que uno puede tener en la vida, no se puede describir con palabras.

Ernesto Foncuberta