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A finales del pasado mes de septiembre, el grupo musical Somos actuó en el centro sociocultural de Soto del Real. Sobre el escenario, nada menos que siete personas entre batería, guitarra, bajo, teclista, dos cantantes y coros. Fuera de él, el productor y un técnico con un formidable equipo. En cuanto a calidad del sonido, quizá haya sido el mejor de los conciertos en que se han podido disfrutar en Soto del Real. Canciones de una conmovedora profundidad de temática católica, íntegramente compuestas por el grupo, que ya cuenta con un disco, pero también canciones exitosas de todos los tiempos como el Rock de la Cárcel, Resistiré o Smoke in the water. Sea como sea, todas buscaban servir, más allá de su intención de hacer disfrutar a los internos, “alimentar sus espíritus, alimentar sus ganas de vivir, de seguir hacia adelante, con esperanza”, según indicó el bajo del grupo, un sacerdote que sudó la sotana para entregar todo lo bello que llevaba adentro.


Las voces, la de las dos cantantes, a la que en ocasiones se sumaba una tercera, tenían un color semejante al que se pudiera imaginar para los ángeles. Quizá también haya sido de los conciertos más largos que se han podido presenciar en los últimos tiempos. Largo en cuanto a duración y largo también en cuanto el efecto benéfico, balsámico que su huella deja en los corazones de todos los asistentes. Esas voces, que se diría hechas de caramelo, imprimían a la letras de las canciones una delicadeza y sensibilidad que en no pocas ocasiones hacían saltar las lágrimas de los asistentes, también las de quien escribe este crónica.


Si se contara con un instrumento para medir la intensidad de los aplausos que recibieron, seguro que este arrojaba su máximo nivel. Además de aplausos, también hubo palmas que de modo espontáneo surgieron en el público para acompañar las canciones. En los últimos compases del concierto, el padre Paulino, aclamado por el público a través de cánticos, hizo su irrupción en el escenario y se sumó a la fiesta con sus particulares pasos de baile. También varios internos fueron invitados a subir al escenario a bailar y cantar con el grupo. La otra cantante contaba a Ecos de Soto que “para mí, si se han podido llevar un poquito de felicidad en estas horas, ha merecido la pena”. A este magazín le consta que todos los internos se llevaron más que un poquito de felicidad, pues también salieron de allí con ánimos renovados y un ostensible sentimiento de fraternidad. Por tanto, gracias a Somos por lo que, aquella tarde, fuimos todos juntos.


Lucas Gómez