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Guillermo Ara ha sido nombrado diácono el pasado mes de junio. En el curso pasado, como parte de su formación como seminarista, estuvo viviendo un tiempo la realidad de las prisiones, en concreto, la del Centro Penitenciario de Soto del Real. Ha sido el primer estudiante del Seminario de Madrid en llevar a cabo esta convivencia con todos los que forman el día a día de una cárcel.

El pasado 20 de julio, Guillermo, después de proclamar el evangelio en la celebración dominical de la eucaristía, ofreció una homilía, a instancias del padre Paulina, en la que empezó dando las gracias a todos, funcionarios e internos, por la acogida que le habían brindado. También hizo hincapié en  la certeza que tiene de que su experiencia en prisión va a marcar su futuro de una forma más que positiva, porque, entre otras muchas cosas, para él ha caído el velo del tópico en lo que al ámbito carcelario se refiere, donde, en contra de lo que se pueda imaginar, brilla la humanidad con gran intensidad. Asimismo, las palabas que dirigió a los presentes en la homilía estaban llenas, además de gratitud, de reconocimiento hacia la Capellanía Católica por la labor que realiza en la cárcel.

Con el propósito de que Guillermo se llevase un recuerdo de ese tiempo compartido con los presos, se le hizo entrega de una cruz diseñada y ejecutada por los propios internos del centro penitenciario.

Es importante resaltar que Guillermo Ara ha sido el primer seminarista en pasar un tiempo colaborando con las labores de la Capellanía en la cárcel, porque con ello ha abierto un nuevo camino, pues después de él han acudido otros seminaristas a Soto del Real.

Durante ese tiempo de formación, acompañan al padre Paulino en su día a día, visitan los módulos, hablan con los internos y comparten sus experiencias. Todos ellos coinciden en que se llevan una grata sorpresa al constatar el cálido acogimiento por parte de los internos y la disposición de estos a conversar sobre todo tipo de temas con ellos.

La venida de seminaristas a Soto del Real se ha hecho posible gracias a la iniciativa del Arzobispo de Madrid, don José Cobo, y del Seminario Conciliar de Madrid

A todos ellos, desde aquí, desde Soto del Real, queremos darles las más sentidas gracias.

Ernesto Foncuberta