
Un día me llamó el Papa y me dijo “vas a ser arzobispo de Madrid”.
Dar las gracias por las cosas tan bonitas que se están haciendo en Soto, os lo dije la primera vez que entre allí, en Soto está creciendo el evangelio, se respira el evangelio y la libertad que trae …
Por muchos muros que nos pongan, siempre vas a encontrar alguien que te dé un abrazo en nombre de Dios
y te diga que tienes remedio.
Para ser católico no hace falta ser perfecto, hay que ser pecador y reconocer el pecado.
Significado año jubilar
José Cobo
Todo año jubilar tiene dos sentidos. El primero reconocer que hemos metido la pata en la vida, cosa que todos hacemos, en el pecado estamos todos igualados, y el alejamiento entre la sociedad y nosotros mismos existe, eso es necesario reconocerlo, quien no lo hace, algo le falta.
Y la otra, es que es posible la esperanza, nuestros pecados, nuestros errores no tienen la última palabra, sino que Dios nos da una esperanza nueva, no solo con una varita mágica estilo Harry Potter, sino que nos va poniendo personas alrededor que tiran de nosotros para que nos saquen de los hoyos de la vida, y para cuando salgamos del hoyo, hagamos nosotros lo mismo; sacar a otro, hay esperanza para todos..
Gracias por recibirnos y por la prontitud en aceptar nuestra petición de entrevista.
Es que si no, Paulino me regaña (risas)
¿Quién es José Cobo?
Un pobre cura que se ha hecho en Madrid. Vine de pequeño como otras personas en los años 70. He tenido y sigo teniendo buenos amigos aquí. Estuve en una parroquia y estudié en la universidad. Y un día determinado sentí
que el Señor pedía algo de mí, me resistí un poquito, pero la voz de Dios me ha ido conduciendo hasta ahora, la verdad es que no le he puesto muchas trabas.
He trabajado mucho tiempo en barrios y he aprendido más de lo que yo he podido dar, compartiendo y deslumbrado por la grandeza de las personas.
Un día me dijeron que iba a ser Obispo Auxiliar, me quedé perplejo, trabajé con el cardenal Osoro, hasta que un día me llamó el Papa y me dijo “vas a ser arzobispo de Madrid”.
No entendí nada, me quedé pensando “esto a qué viene”; pero como tampoco he puesto excesiva resistencia por ser fiel a ese sí que dije en su momento, y aquí me veo, arropado por muchas personas, intentado servir a la Iglesia y a la gente desde lo que es ser Obispo en Madrid.
¿Por qué se licenció en derecho?
La verdad es que estos son los misterios de la vida, siempre me ha gustado lo del derecho, en mi familia no hay abogados, pero siempre he tenido esa inquietud.
Cuando estudiaba bachillerato, vivía y trabajaba en una parroquia del distrito de Usera y fue en aquellos años
en que muchos de mis amigos estaban muy enganchados a la heroína y se metían en unos líos brutales, e intentaba aprender cómo sacarles de la comisaria. Fue cuando pensé en estudiar derecho para poder ayudarles, ese fue
mi primer aliciente.
Luego ya la facultad me fue colocando la cabeza y me fue abriendo panoramas nuevos para poder ayudar siendo
consciente de las trabas administrativas y procesales
¿En qué momento fue consciente de que quería dedicar su vida a los demás a través del sacerdocio?
Siempre he tenido la inquietud. Cuando estudiaba COU, tienes que elegir carrera, a mí no me cuadraba una vida con un horario, ganando dinero, sentado en una oficina. Aquello me parecía muy aburrido, necesitaba algo más. Mientras estudiaba la carrera, trabajaba y colaboraba con el Proyecto Hombre. Y fue en la parroquia donde me enseñaron que eso no era simplemente una casualidad, que eso era la voz de Dios, que me decía que ahí es donde debía estar, que ahí es donde iba a encontrar eso que me faltaba y cada vez que me fui implicando más, notaba que ese era mi sitio y que era lo que Dios me estaba pidiendo, que tenía que entregar mi vida por los demás, y eso es lo que hice.
¿En qué momento fue consciente de que quería dedicar su vida a los demás a través del sacerdocio?
iempre he tenido la inquietud. Cuando estudiaba COU, tienes que elegir carrera, a mí no me cuadraba una vida con un horario, ganando dinero, sentado en una oficina. Aquello me parecía muy aburrido, necesitaba algo más. Mientras estudiaba la carrera, trabajaba y colaboraba con el Proyecto Hombre. Y fue en la parroquia donde me enseñaron que eso no era simplemente una casualidad, que eso era la voz de Dios, que me decía que ahí es donde debía estar, que ahí es donde iba a encontrar eso que me faltaba y cada vez que me fui implicando más, notaba que ese era mi sitio y que era lo que Dios me estaba pidiendo, que tenía que entregar mi vida por los demás, y eso es lo que hice.
Las pasadas navidades se abrió “la Puerta Santa” en el centro penitenciario de Soto del Real, ¿qué destacaría de ese acto?, ¿qué debe significar este año jubilar para alguien que esta privado de libertad?
Derribar un muro en una cárcel…, eso significa mucho. Demostrar a quien está en prisión, por una equivocación, por una metedura de pata, que no hay muros, por muchas paredes de cemento que te pongan, no es fácil, y más poder escenificarlo. Para Dios no hay muros, el ser humano está llamado a ser libre si se aferra a Él. Él nos da una libertad que no soñamos, que no podemos comprender.
Y para mí romper aquel muro en medio de tanta gente. Con tanto cemento y que lo haga la Iglesia, el Obispo, significa que por muchos muros que nos ponga la sociedad Dios los rompe, y se pueden eliminar hasta en una prisión, la fe nos puede hacer libres en cualquier sitio, también en la cárcel.
Cuando tiramos aquel muro, la posibilidad de quitarlo, con el silencio que tenían todos los participantes, reconozco que nos conmovió a todos, yo aluciné.
Ser Cardenal arzobispo conlleva muchas responsabilidades, ¿cuál es la que más le agrada ?
Poder ser útil a que las personas se entiendan. Un Obispo, cualquiera que haga un servicio a la Iglesia, no está para que se haga todo lo que él diga. Mi función es que todos podamos entender el mensaje que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Dios nos deja una vocecita a cada uno y los que estamos alrededor necesitamos escucharla. Lo más bonito es poder acompañar a que cada uno la escuche, y lo alucinante es descubrir cómo el Evangelio y Dios va creciendo en medio de la ciudad. Lo que estáis viviendo en Soto, la cantidad de historias preciosas, las cartas que a mí me llegan me asombran y eso lo hace Dios.
La cantidad de comunidades que se están volcando por los demás, ser testigo de eso es lo mejor que tiene. Hay muchos que dicen que todo va muy mal, que no tiene remedio, pero yo soy testigo de otra cosa, hay mucha más gente buena que mala. Y saber eso, por las noches, es una tranquilidad.
¿Y la que menos?
Como a cualquier padre de familia cuando los hijos se pelean, eso es lo que más me duele, los conflictos en la familia de la Iglesia. También me duele que no tengamos en cuenta a los más vulnerables, hay muchas personas buenas
y sencillas a los que no les prestamos oído, ni importancia.
¿Cómo es un día normal en su vida?
No hay días normales. Eso es lo bonito y mi cruz, que no hay dos días iguales. He ido creando equipos de trabajo, consejos en los que las personas se reúnen para trabajar juntos, grupos de trabajo horizontales para que todos se entiendan. El presidir y acompañar esos procesos lleva tiempo. Y luego recibir y visitar, tanto a personas como
a Parroquias, actos que hay que ir haciendo, Madrid es muy grande. Presidir y celebrar actos, oraciones con jóvenes, mayores, eso es precioso, tocamos todas las teclas.
¿Cuál cree que es el papel de los capellanes y de la pastoral penitenciaria en las cárceles españolas?
Presencia, acompañamiento y consolar. Creo que es fundamental, es lo que sabe hacer la Iglesia, estar.
En el evangelio, Jesús no hizo colegios, caminaba, estaba con las personas, las tocaba y eso no lo podemos perder, hay que atravesar las situaciones estando, presentando nuestro corazón y acompañando. Es dar la mano, eso es lo que se necesita cuando se está en una situación así: alguien que te diga “estoy contigo”
Y luego dar consuelo, en definitiva la presencia de cualquiera hace que Jesús esté presente. Que nadie piense que hay sitios malditos, eso no es verdad, para eso están los miembros de las capellanías.
Siempre se ha hablado de la crisis de fe en la sociedad, ¿ser católico está pasado de moda?
Lo que está pasado de moda es ser cristiano porque sí, por nacer en una familia que te bautizan y ya tienes el pin.
Ser católico no pasa de moda, porque sabemos que con el evangelio tenemos la respuesta a lo que nadie sabe responder, cuando yo no sabía qué hacer con mi vida, la respuesta la encontré en el evangelio. Cuando estás pasando situaciones difíciles en tu vida, ¿quién te responde? Lo que está pasado de moda son las propuestas que no dan respuesta a lo que realmente nos interesa: qué pasa cuando estoy mal, qué pasa cuando me equivoco, qué
pasa cuando sufro, ¿quién responde a eso?
Yo veo que nadie, por eso lo que está pasado de moda es la filosofía y las propuestas que no responden a mis preguntas.
¿Dicen que estamos pasados de moda? La Iglesia lleva 2000 años y hay otras propuestas que sí pasan de moda. Eso sí, el cristiano sociológico, el creer porque sí, sí está pasado de moda y está bien que pase de moda. El que se encuentra con Jesús, el que se encuentra con la Iglesia, que seamos menos no importa, esto empezó con doce y ahora somos algunos más.
¿Qué mensaje les mandaría a los internos españoles y en especial a los de Soto del Real?
Que entendáis muy bien que la libertad es más grande que la cárcel y que es posible vivir en libertad y es posible sentir la libertad, que es verdad que para vivir así tenemos la propuesta de la fe y la propuesta de la comunidad que hay alrededor. Os necesitamos a vosotros y nos necesitamos los unos a los otros para entenderlo así. No hay error que Dios no perdone y haga de ello un lugar de resurrección. Que nadie se crea que un tropezón en la vida le anula
como individuo, sino que le puede hacer crecer como persona. Dejaos ayudar por Dios y por vosotros, y cada uno irá encontrando la libertad de verdad. Se puede ser feliz así.
Para ser católico no hace falta ser perfecto, hay que ser pecador y reconocer el pecado.
Tenemos muy claro que Jesús viene a salvar a los pecadores. Los que están sanos no necesitan el médico. Para ser católico hay que reconocer el pecado, y ahí estamos todos equiparados.
