
Muchos profesionales del ámbito penitenciario siempre dicen que lo que ocurre en los centros no deja de ser un reflejo de la sociedad, y si algo existe en las cárceles españolas, a día de hoy, es diversidad.
Diversidad en cuanto a nacionalidades, edades, dolencias físicas y psicológicas, situaciones familiares, económicas,
sociales, etc.
En este artículo se intenta dar a conocer lo que opinan y piensan aquellos que se encuentran privados de libertad:
sus inquietudes, pensamientos y vivencias. De todo ello se deduce la evidencia de que casi todos los seres humanos
buscamos lo mismo, es decir, estabilidad y afecto.
Ver como el ser humano es capaz de adaptarse a lo que no deja de ser un medio hostil, alejado de su entorno y rodeado de otros internos que lo que buscan, en casi todas las ocasiones, es cumplir su condena y dedicarse a pensar qué hacer cuando salgan, a la vez que se enfrentan a la gestión de sus sentimientos y reacciones.
Una cárcel es un espacio cerrado en el que se comparte el día a día con más de cien personas que no has elegido,
que se te han impuesto, ya que la mayoría de las ocasiones.
Sin tener en cuenta cuál es su delito, lo que interesa es conocer a las personas que de una forma anónima nos trasladan su opinión se está en un módulo organizado en función de la edad, el historial delictivo o simplemente por una cuestión del destino o trabajo que se vaya a realizar en la prisión. En definitiva, la vida en prisión es ver cómo unos individuos intentan encajar en un gran rompecabezas, donde las distintas piezas buscan su propio espacio para poder “subsistir” fuera de lo que es su ámbito de confort.
Algo tan sencillo como saber el modo de poder participar o no en una actividad te puede influir en el presente penitenciario. Compartir o no compartir celda puede marcar un antes y un después en el cumplimiento de la condena.
Hay cosas que a algunos les puede resultar beneficioso y a otros no.
Entendemos que este reportaje podría ser perfectamente el principio de una tesis doctoral. Si cada individuo
es un mundo, los casi 1500 internos que hay en Soto del Real podrían ser un universo.
¿La diversidad ayuda? Hay quien puede decir que no, pero otros dirán que forma parte de la condena: el poder
ver otras realidades, la convivencia con individuos que en la calle no se habrían relacionado, ¿es un enriquecimiento
personal o no?
A sus 50 años, Raúl
trata de recomponer pedazo a pedazo una vida rota:
los numerosos trozos de sus
años en prisión, de sus varias
entradas y salidas. Sabe apreciar lo que significa la amistad en la cárcel, al menos en la
cárcel de estos tiempos en España, que, por
fortuna, asegura, no es la de hace unas décadas.
Considera que hay determinados momentos históricos que a veces se pretenden
endulzar y que en verdad han hecho
más mal que bien.
Solo cuando entras en PRISIÓN te das cuenta de lo que SUPONE
Rául
¿Qué recuerdas de la primera entrada en prisión?
Me quedé estupefacto de todo lo que había ahí, ten en cuenta que hace casi 30 años. Ten en cuenta que era Carabanchel; rara, distinta, mucho malo, algo de bueno.
¿Qué diferencia ves entre los centros penitenciarios de Carabanchel y Soto?
Las cárceles han cambiado al cien por cien a mejor. El cambio ha sido brutal, en bienestar y más en el módulo donde estoy. Existe mucho más compañerismo, en la cárcel lo normal es que no haya compañerismo.
¿Qué es lo que peor llevas?
La falta de mi familia
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
Los amigos, aquí sí te puedes echar amigos. En otros módulos no, son solo conocidos. Tenemos un buen equipo técnico, hacen lo más posible por mí. Yo he cambiado, llevo diez años sin hacer nada malo y me he equivocado y quiero pagarlo, llevo ya ocho meses.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu familia y amigos?
Con mi familia no ha cambiado; me aprecian y me quieren.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Juego al ajedrez, a las cartas. Tengo un buen amigo con el que estoy mucho tiempo. Estoy contento, hablo con todo el mundo y creo que me tienen aprecio.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Reconciliar lo que tengo pendiente, no quiero volver más aquí.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
Mis amigos, los de aquí dentro, fuera no tengo amigos, solo mi familia; mis antiguos amigos todos están
fallecidos por culpa de las drogas. Nos vendieron la movida madrileña muy barato. Esa época nos condujo al mal, fue estar o no estar.
¿Cómo te ves cuando salgas de prisión?
Dios lo quiera, soy buena persona, buena gente. Ayudo a mi madre y a mi hermana en todo; mi madre es muy
mayor.
¿Qué cambiarías del sistema penitenciario?
Me lo pones difícil: no estoy de acuerdo con la enfermería, faltan médicos y atención a los internos; no se
complican y te mandan al hospital.
¿Qué les dirías a los que nos están leyendo?
Que no se les ocurra hacer daño a nadie, que no roben porque no conduce a nada. Lo que no quiero para mí
no se lo deseo a nadie.
Para Manuel, jubilado de 64 años,
la cárcel es el mejor filtro para
saber quiénes son los verdaderos
amigos. Se muestra reflexivo, pausado
al hablar. Su principal inquietud son los efectos que
su ausencia puede producir en su familia. Analiza
con serenidad las circunstancias que le han traído
aquí. Se nota que es un gran lector. Le gusta
ayudar a sus compañeros. Y las chicas que
le esperan, esposa e hija, además de sus
hermanos, dan sentido a su vida
“La cárcel es el mejor FILTRO para saber quiénes son los VERDADEROS AMIGOS”
Manuel
¿Cómo recuerdas tu primer día en prisión?
Una locura, lo peor fueron los calabozos hasta llegar aquí. Me llevaron a un pueblo de Valencia y de ahí, en
furgón, hasta la Audiencia Nacional. Estuve hasta las 9 de la noche en un sitio oscuro sin nada más que hacer
que pensar y pensar. Llegar a Soto fue un descanso y tuve suerte cuando me enviaron al módulo 1, no es
nada conflictivo.
El primer día iba perdido, no sabes nada, ni normas ni horarios; te das cuenta de que estás aquí y no sabes
cuándo vas a salir.
¿Qué es lo que peor llevas de estar en prisión?
Mi familia, el papelón que he dejado a mi mujer y a mi hija, eso es lo que más me quita el sueño. Cuando hablo con ella y está contenta y feliz, me quedo tranquilo.
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
Cuando llegué con un amigo mío, que es compañero de causa, se nos acercó mucha gente a saludarnos,
ofreciéndose para cualquier cosa. Los siguientes días éramos nosotros los que nos acercábamos para no aislarnos y conocer a la gente.
La convivencia es muy buena, nos ayudamos en todo, si no tienes ropa o cualquier otra cosa se te ayuda para que lo consigas. Estamos bien, hacemos nosotros por estar bien, es lo lógico; ya que tenemos que estar aquí, nos lo tenemos que facilitar unos a otros lo máximo posible.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Hago de todo, estoy leyendo más que en mi vida; me fundo los libros. Lo que menos hago son las tertulias.
Es siempre hablar más de lo mismo.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Me he dado cuenta de los que son amigos y de los que creía que eran amigos.
Tengo un compañero de trabajo en Madrid que me ha demostrado que es un verdadero amigo por cómo se ha comportado.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
A Jesús, el compañero con el que vine, cuando uno lagrimea el otro está ahí siempre.
¿Cómo te ves una vez que salgas de prisión?
Ya estoy jubilado, pero me veo más jubilado. Jubilar también a mi mujer y dedicarnos a estar juntos
lo más posible.
¿Qué cambiarías del sistema penitenciario?
No conozco la ley, pero podría existir la opción de que el vis a vis íntimo pudiera ser familiar. Lo pido y me dicen que no, pero pienso en el que es viudo, por ejemplo, no lo puede disfrutar, ya que no tiene pareja. Me pregunto por qué
no se pueden elegir dos comunicaciones familiares en vez de una íntima y otra familiar.
¿Qué le dirías a los que nos leen?
A los que no han estado nunca, les diría que este centro penitenciario no es lo que yo pensaba. Estamos privados
de muchas cosas, la libertad y otras carencias, no es tan duro como se ve en las películas, aunque es duro
Hace sólo uno meses que ha entrado en prisión, pero, David, de
47 años, ya ha sacado una buena
conclusión sobre la actitud que
debe tomar aquí dentro. Piensa
que este tiempo le va a servir para alcanzar un
mayor control sobre sí mismo y sobre lo que hacía afuera.
En la lectura de la Biblia saca cosas
muy útiles para su vida. Destaca la ayuda que
ha recibido por parte de la trabajadora social de su módulo.
¿Cuánto tiempo llevas interno?
Llevo cuatro meses en prisión preventiva y es la primera vez que entro.
¿Cómo recuerdas tú primer día en prisión?
Una mierda, todo muy estricto, venía muy nervioso, pero estaba claro que peor que lo que había pasado fuera, no
podía ser. Cuando entré en la celda con mi compañero de casa y de causa, fue una tranquilidad para los dos.
¿Qué es lo que peor llevas de estar en prisión?
Los compañeros. Somos muy egoístas. Aquí somos todos iguales, si yo tengo y mi compañero no tiene, lo comparto,
hay que ayudarse, ser persona. Cuando no has entrado en prisión nunca lo ves todo muy lejano, pasas por una cárcel
y piensas que no va contigo.
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
La trabajadora social me ha ayudado mucho, durante tres semanas no pude hablar con ninguno de los míos, nadie
sabía que estaba en prisión. Mis padres son mayores, mi hermano pequeño es toxicómano. Yo les ayudaba y ahora
no puedo. No puedo ni pagar la manutención.
Estoy buscando trabajo en la cárcel, creo que estoy más que cualificado y no lo consigo.
Distinguiría entre el módulo y la celda. A mi compañero actual le he conocido aquí y es como mi hermano. Tengo
muy buen rollo con él, si necesita algo lo va a tener. Si le hubiese conocido en la calle no hubiese hablado con él, ni
él conmigo. He conocido personas que merecen la pena.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu familia y amigos?
Ha cambiado todo, mis amigos quieren venir a verme y yo les digo que no vengan. Insisten, pero no les dejo.
Con mi madre tenía una relación un poco alejada, pero ahora mismo la tengo muy buena. Me ha servido para realzar la relación con mi familia. A mi hija no la dejo que venga a verme. Hablo con ella y para ella estoy trabajando fuera.
Tengo un oficio bueno y muchas noches me las paso pensando en voz alta “qué hago aquí metido”. He estado ganando un dineral y no he sido consciente.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Voy a la escuela, ayudo en el módulo, hago deporte, juego al dominó y leo.
Intento hacer las cosas que antes no podía hacer.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Me está cambiando como persona. para bien. Soy más obediente y disciplinado. El estar aquí dentro me ha hecho ver los comportamientos que tengo que quitarme.
Tengo que tener mayor control sobre cosas que antes hacía. Hay amigos que tengo que dar de lado, olvidarme de ellos, y acercarme más a los cuatro o cinco que ya me avisaban.
Desde mi divorcio tenía una depresión tremenda, caí en la droga. Este parón te hace reflexionar sobre la vida y pensar que aquí estás por algo. Hay que pensar y meditar si está bien lo que has hecho.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
A la Biblia, me pongo a leerla y pienso: es lo mismo que me ha pasado a mí, soy yo. Tenemos que llegar a reconocer eso aquí dentro.
¿Cómo te ves cuando salgas de prisión?
Trabajando, en mi casa, con mi hija y disfrutando de ella, nada más. No quiero fiestas.
¿Una afición que tengas en prisión?
Ninguna. Fuera tenía la caza mayor, la pesca, el tiro al plato y los amigos.
¿Qué cambiarías del sistema penitenciario?
La forma de llevar los módulos por parte de los funcionarios, que sean un poco más estrictos. A la hora
de la comida, que seamos todos iguales, no porque yo soy amigo tuyo te doy más o menos. Con los destinos, hay una arbitrariedad. Nos tienen que tratar como personas. Los funcionarios no son mala gente, les hacemos ser malos, mucha gente te ofrece la mano y le coges el brazo.
¿Qué les dirías a los que nos están leyendo?
Los de dentro tenemos inquietudes, somos personas. Les diría que una prisión, en verdad, es una situación que te enseña a pensar por ti mismo las cosas que estás haciendo en la calle que no están bien hechas, y aunque creas que
está bien no lo está. Hay que ser más humanitario en la calle.
Rubén lleva tatuado en la
piel el recuerdo de algo que
jamás quiere olvidar: su paso
por prisión. Ex militar de 39
años, ha luchado en dos de las guerras más
importantes de su vida; ha vencido a una grave
enfermedad y la adicción a las drogas.
Sus palabras no se las lleva el aire, parece que caen a tierra igual que el plomo.
Su sinceridad impresiona.
A través de este presente complicado, espera
construir un buen futuro.
¿Cuánto tiempo llevas interno?
Estuve un año preventivo y ahora ya estoy condenado a nueve años.
¿Cómo recuerdas tú primer día en prisión?
Mi primer día en prisión no lo recuerdo bien, estaba resacoso, en una nube; venía fumado de heroína. Estaba convencido de que no pasaba nada, de que yo me iba, hasta que me di cuenta de que era un tema serio, de que no era un juego.
Te viene la vergüenza por dónde estas, te ves en prisión y te preguntas qué pensará la familia.
¿Qué es lo que peor llevas de estar en prisión?
Aunque haya gente que no se lo tome en serio, para mí lo siguiente a esto es la muerte. No le puedes perder el respeto a la cárcel, si lo haces se convierte en tu vida y de eso, los más jóvenes, no son conscientes.
Cuando tuve noción de donde estaba y lo que se me venía encima pedí una cuchilla y me hice una “escarificación” para no olvidar jamás que he estado aquí; me grabé en la mano “MV”.
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
El compañerismo, el respeto. Es un módulo terapéutico (Proyecto Hombre), en el que se intenta que todos rememos hacia un mismo lado.
En el módulo se trata a todos por igual. Todos somos presos, pero la convivencia es sana y repartimos las responsabilidades.
Sobre todo, intentamos que los chavales no pierdan el respeto a entrar en prisión. Hay muchos que no lo entienden, se dan cuenta a corto o medio plazo.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu familia y amigos?
He sentido vergüenza, a día de hoy puedo decir que a mí la cárcel me ha venido bien. Es un mal necesario si quieres cambiar; me siento más libre aquí dentro que fuera.
Tengo amigos que no han entrado en prisión por suspensión de condena, pero están presos en su propia casa.
La familia lo acogió mal, no es plato de buen gusto que tu hijo este en prisión, quien diga lo contario miente.
La primera sensación que tuvo mi madre en el primer vis a vis, cuando la cachearon, eso la marcó e intento que
lo olvide. A partir de ahora, tengo claro que quiero escribir mi futuro, y en parte se lo debo a los terapeutas y a mi
familia. He vuelto a recuperar a mi hermana, he tratado que viniese a verme durante un año y medio hasta que,
por fin, ha venido.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Hago muchas actividades, ahora estoy con el tema de jardinería. Me he sacado un curso aquí dentro, además llevo
muchos temas de organización del módulo.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Aquí dentro estoy creciendo a nivel personal. He intentado hacer de mí una mejor persona.
Cuando salí en el primer permiso, quería venir, pero no quería venir, echas de menos a los compañeros con los que tantas experiencias compartes, te das cuenta de que en la calle hay compañeros con los que no hubiera hablado nunca.
Esto para mí es un centro de desintoxicación, es un paréntesis, me ha servido para parar, pensar y ver de dónde
vienen mis problemas. Miras cuando te levantas por las mañanas, ves dónde estás y que no quieres volver.
¿Qué cambiarías del sistema penitenciario?
Cambiaria los vis a vis, dejaría entrar a los perros, no tengo ni novia ni hijos y me gustaría poder estar con mi perro.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
A los compañeros que te ayudan. Al principio eres hermético, pero con el tiempo coges confianza con ellos.
Ahora tengo mucha confianza con muchos de ellos. Saben cuándo no estás bien al igual que tú sabes cómo están
cuando los ves.
¿Cómo te ves cuando salgas de prisión?
A día de hoy me veo fuerte y bien, no tengo nada que ver con el yo que estuvo en aislamiento. Ya estás en prisión y
si quieres cambiar no mires el tiempo, aprovecha el día y empápate de la gente, haz actividades.
¿Una afición que tengas en prisión?
No parar, ser proactivo, y el altruismo.
¿Qué les dirías a los que nos están leyendo?
Que se pongan las pilas, que si están dentro vean lo bonito que es la vida ahí fuera. La vida aquí se para, afuera no,
que se planteen su vida. Quiero que esta sea mi única vez.
Futbolero de 32 años, Víctor, con una mirada tan firme como el
camino que quiere seguir en prisión, quiere llegar a un lugar que
es mucho más que un lugar: su familia. Trabaja, estudia, se descubre a sí mismo sin perder de vista nunca ese horizonte. De todos los sentimientos que uno experimenta en la vida, se queda con el
amor, lo único que le puede llevar a un buen destino.
“El humano SER adapta a TODO“
Víctor
¿Cuánto tiempo llevas interno?
Estoy cumpliendo en dos tiempos una sola condena, primero estuve dos años y ahora estoy camino de tres.
Estuve primero en Soto, luego en Estremera, salí y después del juicio ingresé como preventivo, volviendo a entrar en Soto. Ahora ya estoy cumpliendo.
¿Cómo recuerdas tú primer día en prisión?
Estaba muy preocupado, muy asustado.
Tenía 24 años, fue duro cuando entras de manera preventiva: no sabes cuándo vas a salir, no tienes un horizonte claro; la incertidumbre te mata.
¿Qué es lo que peor llevas de estar en prisión?
El estar en prisión no lo llevo muy mal, el ser humano se adapta a todo, pero lo que peor llevo es pensar que
por el motivo que estoy aquí podría perder a mi familia o dejar de contar con su apoyo.
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
Depende del módulo. Te encuentras con todo tipo de gente, con la que no quieres convivir y otros que toleras y ya
está. Luego están con los que puedes tener una amistad real, pero lo importante es ir a lo tuyo, centrarte en ti y pasar de los demás.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu familia y amigos?
Con los amigos se ha cambiado la relación, tan amigos no debían de ser, al igual que hay familiares que se han olvidado totalmente de mí. La familia mía cercana es mi mujer, mi hijo y mi madre. Más allá de eso me da igual, tengo todo su apoyo.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Tengo dos rutinas diferentes: entre semana trabajo y cuando llego al módulo, socializo con la gente y cuando subo a la celda le dedico dos horas al estudio. Y los fines de semana estudio y juego al futbol, no tengo nada más que hacer.
Me he apuntado a la UNED porque el tiempo que estoy aquí dentro no quiero que sea un tiempo perdido, de todo
se aprende; el hecho de poder salir con una carrera me implicaría poder tener una actividad profesional bien remunerada para no pasar las penurias que he pasado antes y poder darle a mi hijo lo que no he tenido. Es lo que más me motiva, pensar que voy a aprovechar el tiempo.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Para darme cuenta de lo que es verdaderamente importante, hay muchas cosas a las que no le pones atención cuando estás fuera y ahora las valoras y entiendes la importancia que tenían. También el crecimiento personal, cuando una persona lleva un determinado tiempo aquí dentro, aprende.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
A la familia: a mi hijo, a mi mujer.
¿Cómo te ves cuando salgas de prisión?
Yo ya estaba cambiando cuando estaba en la calle, estuve preventivo y salí; mi vida dio un cambio radical cuando tuve a mi hijo. Me veo como un señor muy volcado en mi mujer y mi hijo y ejerciendo de abogado. Así es como me veo.
¿Una afición que tengas en prisión?
La única que tengo es el futbol y soy súper futbolero.
¿Qué les dirías a los que nos están leyendo?
Un mensaje para la gente del exterior podría ser que tenga cuidado con lo que hacen porque al final la vida pasa factura, aunque nos creamos intocables, a este lado del muro las cosas se ven distintas. Al que está dentro que aproveche el tiempo que va a pasar aquí, que encuentren sentido a lo que vayan a hacer cuando salgan y que piensen que a tu familia no le haces ningún favor estando aquí dentro; que lo piensen y que se descubran a sí mismos, esto es una oportunidad para madurar.
Mi AFICIÓN es el ESTUDIO
Alberto
Alberto, estudiante universitario de 54 años que además trabaja, aunque lo más importante que ha aprendido en los últimos tiempos no lo enseña ninguna asignatura de ninguna carrera. Se trata de la humildad y con ella por bandera se expresa. Todo problema se puede convertir en una oportunidad: a los problemas que conlleva la cárcel, él contrapone la oportunidad de aprovechar el tiempo. De esa manera, siendo el dueño de su reinserción, espera no volver nunca a entrar en la cárcel.
¿Cuánto tiempo llevas interno?
Me he presentado siempre voluntario. He tenido tiempo para pensarlo y venir al centro sabiendo a lo que venía. Mal,
mal no lo recuerdo. Siempre he estado en módulos de respeto. Me llevé una grata sorpresa, me pareció mejor de lo
que yo esperaba. No fue tan traumático.
La primera vez estuve casi un año esperando a entrar en prisión; la segunda han sido cinco años.
Para mí la entrada en prisión fue casi una liberación, después de tanto tiempo. Cinco años, tres de ellos en libertad total, esperando todos los días. Fue una tortura, cuando llegue aquí fue pensar “ya estoy aquí y voy a cumplir”.
¿Qué es lo que peor llevas de estar en prisión?
El no poder estar con mi familia, sentirte atado de pies y manos, no poder hacer nada por ellos. Tenía mi vida organizada. Mi sueldo estaba bien. Aquí trabajo en el economato y con eso tengo que mantenerme, sin poder ayudar a mi familia.
¿Qué destacarías de la convivencia en el módulo?
Mi módulo es de convivencia, de respeto, convivimos gente
de todo tipo. Nos vamos adecuando todos a todos. En general, no hay problemas, los conflictos son absurdos para lo
que es una cárcel.
¿Cómo ha cambiado la relación con tu familia y amigos?
Con mis amigos es fácil, los que son amigos siguen y los otros han desaparecido.
Con la familia igual, muchas veces hay algunos que no están presentes y otras personas que me han ayudado más
que familiares. A mi hija, cuando tenga cierta edad, le diré que he estado en prisión, por ahora prefiero que no lo sepa.
¿Qué haces para pasar el tiempo?
Me falta tiempo, estoy estudiando en la UNED y como te he dicho trabajo en el economato del módulo. Lo que más tiempo me lleva es estudiar derecho, ya lo hacía antes de entrar. El año pasado aprobé ocho asignaturas; el anterior siete y este año voy a por diez. Me lo estoy tomando en serio para cuando salga. Quiero cambiar de vida, no me quiero dedicar a lo mismo que hacía antes.
Para mi estudiar en la UNED es una meta, si me hubieran quitado el estudio hubiese sido distinto. Estudio todos los días entre dos y tres horas en la celda, no quiero dejar ese hábito. Lo malo es no poder acceder a la plataforma con todos sus contenidos, aunque no podamos estar con los chats, el poder tener acceso a las video clases sería fundamental.
¿De qué te está sirviendo la experiencia vivida aquí?
Para aprender humildad, antes no tenía mucha y aquí la estoy aprendiendo. Hay que adecuarse a lo que hay para
no volver a caer en el error.
¿A qué te aferras en los días difíciles?
Al estudio y a la familia, sobre todo.
¿Cómo te ves cuando salgas de prisión?
Igual que cuando entré. Mi delito es de hace 11 años. Estaba totalmente reinsertado y trabajando. Ahora cuando salga va a ser mucho más difícil, tengo que volver a empezar de nuevo.
A nivel personal igual que cuando entré.
¿Qué cambiarías del sistema penitenciario?
Que de verdad fuera dirigido a la reinserción social, porque está claro que es punitivo, va simplemente a la condena y ya está. Hay muy pocos en los que de verdad se esté buscando la reinserción.
Cuando existe un 20% de gente que no hace más que salir y entrar, es un sistema fallido.
La cantidad de dinero y de personas que se dedican a estos recursos.
¿Una afición que tengas en prisión?
El estudio.
¿Qué les dirías a los que nos están leyendo?
Que utilicen el tiempo, ya que tienen que estar aquí, que sean positivos y productivos. Nadie te obliga, nadie te lo
premia; tienes los mismos derechos y beneficios que uno que está tirado en un patio. Que no vuelva a caer en
el mismo error.








