La acumulación de calor en las celdas provoca malestar entre los internos. El verano llega y trae consigo numerosas consecuencias. Una de ellas es el fin de muchas actividades. La escuela cierra su ciclo escolar y muchos talleres impartidos por voluntarios o profesiones se toman sus vacaciones y provoca que los internos tengan más tiempo libre sin nada que hacer. Estar ocupado en prisión es fundamental para evitar conflictos y aprovechar el tiempo.
Pero sin duda la queja más generalizada es la del calor. Y es que las celdas no cuentan con aire acondicionado ni ventiladores, provocando que durante la noche y el medio día (13 horas en las que los internos se encuentran en las celdas) sea muy difícil la estancia. La única opción que tienen para paliar los efectos del calor es refrescarse con agua, abrir las ventanas y tapar la ventana con la cortina (no hay persianas). Métodos insuficientes según comunican.
Durante el día el calor se va acumulando por las galerías debido a las claraboyas traslucidas del techo y a la exposición directa del sol. Eso hace que por la noche el calor acumulado esté presente en las celdas y dificulte mucho el poder dormir. Hay que recordar que las camas son ignífugas y de un material poco transpirable, lo que agrava el problema aún más.
Algunas de las medidas que se adoptan desde el Centro es la de proporcionar un menú de verano, con platos más frescos y dejar en algunos momentos las puertas de las celdas con una pequeña abertura para que haya un poco de corriente, aunque por la noche, al caer el Sol, las corrientes no son muy frecuentes.
Desde la prisión de Soto del Real los internos reclaman desde hace mucho la posibilidad de poder adquirir en el economato un ventilador, como si ocurre en otros centros penitenciarios, para poder paliar un poco los efectos del calor.
La acumulación de calor en las celdas provoca malestar entre los internos.