Creo que todos conocemos los beneficios que la música aporta. La música es capaz de elevar los sentidos, abrir la mente, relajar el espíritu y sobre todo alcanzar el interior de las personas. En Soto del Real recibimos el pasado día 27 de enero a un grupo de amigos muy musical. Un grupo de algo más de veinte buenos amigos, un coro de voces diferente de lo habitual, entusiasta, vital y dinámico capaz de convertir a un humilde grupo de presos en gente libre que cantaba e interactuaba con ellos como si de chiquillos se tratara canción tras canción.  No hay que subestimar el poder de la música, de la canción, y si no que se lo digan a “el dire” de este singular grupo que en una de aquellas canciones que iban a interpretar (adaptaciones de grandes éxitos del pop), quiso compartir con todos nosotros una versión de la canción “Memories” de Maroon 5 que dedicaba al recuerdo de su mentor (José Manuel). Aquel recuerdo venía acompañado de una  entrañable historia que a todos nos conmovió y que intentaré reflejar aquí:

 “Mi mentor, quien me enseño todo sobre cómo dirigir una coral, amante de la música y la canción, pasó también por la experiencia de la cárcel. Eran otros tiempos y otras cárceles. Aquellas que estaban en el centro de zonas habitadas como la de Carabanchel, donde desde las celdas podían verse o escucharse a las gentes pasar, hacer vida alrededor de aquella jaula urbanita. Un día, sus amigos, su grupo de la coral quisieron acompañarle con sus canciones y junto a los muros de aquella prisión, cerca de la que debía ser su celda, se pusieron a cantar. Querían que él les escuchara, que por unos instantes la música le hiciera libre. Él, al escucharles cantar sacó el brazo de entre los barrotes de la ventana su celda, y como si en uno de sus ensayos se tratara, comenzó a dirigirles.”

Gracias Alderaán (como así se hacen llamar), gracias a todos sus componentes por ese entusiasmo y vitalidad que compartisteis con nosotros, por hacer que con vuestras voces pudiéramos cantar.