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Si algo no puede faltar en una cárcel es tabaco y café”, con esa frase empieza la conversación con uno de los funcionarios encargados del Economato Central, en el que trabaja desde que se abrió el Centro.

Economato, un trozo de la historia penitenciaria. El economato de un módulo es lo que los entendidos en la materia llamarían ahora, una tienda de proximidad, en la que los internos pueden comprar distintos productos tales como bebidas, alimentos, latas, dulces, café, agua o tabaco.

Si algo no puede faltar en una cárcel es tabaco y café”, con esa frase empieza la conversación con uno de los funcionarios encargados del Economato Central, en el que trabaja desde que se abrió el Centro.

En sus ojos se ve que añora los momentos vividos y que próximo a la jubilación, describe cómo se
llevaba un economato sin informática, cosa que la recuerda entre la estupefacción y el asombro. Va contando, a lo largo del artículo, distintas anécdotas, que no dejan de formar parte de la historia reciente de las cárceles españolas.

Más de 45.900 cafés vendidos al mes.

Café, agua, tres marcas de tabaco, bebidas (Pepsi, cerveza sin alcohol y agua) tres tipos de latas (atún, mejillones y sardinas), dos o tres bollos y algún producto de higiene personal era todo lo que se vendía en los economatos al principio. No se llegaba a las 30 referencias.

“No había ningún tipo de ordenador, sacábamos una especie de estadillos a mano o a máquina de escribir y ese era nuestro control. Con ese papel, un lápiz y una goma hacíamos el recuento todas las semanas, y casi siempre nos cuadraba”. “Era muy sencillo, cogíamos al economatero del módulo correspondiente, veíamos lo que había, lo que se le había dejado y la diferencia se multiplicaba por el precio, y nos lo tenía que dar en dinero, así semana tras semana. La contabilidad era muy básica”.

“Después en el economato central nos sentábamos en una mesa viendo lo que se había vendido en cada módulo, sumando todo, era lo que nos tenía que dar a nosotros como existencias en el almacén”.

Todos los martes por la mañana, desde la cabina de los módulos, y por parte de los funcionarios de la oficina de peculio, apoyados siempre por los internos del economato central. Se le daba a cada interno la cantidad de dinero que pedía, eso si después de chequear, en una ficha hecha a mano cuál era su saldo.

La ficha era de cartón personal para cada interno con su nombre, quedando esa tarjeta siempre en poder de la oficina de peculio, ya que todas sus anotaciones eran realizadas de forma manual.

Algunas sugerencias que llegan.

Como no podíamos esperar de otra manera, también nos hacen llegar sugerencias sobre los productos que se debían de vender en el economato de este Centro, entre los que destacamos: la venta de lámparas de forma libre, ventiladores. Así como que se vuelvan a comercializar productos que hace años si se vendían, como juegos de ajedrez, damas, productos de papelería o mayor variedad en productos de limpieza.

Más de 12.500 botellas de agua vendidas al mes.

El tabaco fue una de las mayores evoluciones que sufrió el economato.

En un principio al no tener licencia de expenduría, se compraba en el estanco de Soto del Real y se vendía al mismo precio, no había beneficio alguno. Desde 1998 se compra como estanco a la empresa distribuidora y se obtiene el mismo beneficio que pueda tener cualquier estanco.

Con el tiempo los contratos los daba el Organismo Autónomo. Cada año facilitaba a quien había que comprar, el precio de compra y el de venta. Había otros que se hacían por medio de contratos locales, temas más concretos como bollería. Reglamentariamente, para los productos de adquisición local, el beneficio máximo que se podía aplicar era del 6%. Todos los ingresos se envían al Ente Estatal de Derecho Público y Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, pagándose con ellos entre otras cosas, proveedores, trabajadores, cursos de formación, etc.

El demandadero

Regularmente se pueden pedir productos, que no son de venta diaria a través del demandadero siempre que se encuentren dentro del catálogo. Los pedidos se hacen a través de los economatos, pudiendo adquirir productos como ropa, zapatillas, vitaminas, material de higiene, etc.

1997



Se implantan los ordenadores.

En el año 1997 se implantaron los ordenadores con las primeras aplicaciones para el control y gestión de almacenes. La primera se llamaba “Contaplus”, dejando claro que fue un gran adelanto para su trabajo.

1997
1998



Contratos locales.

A partir del 98 se hacían unos contratos locales, se enviaba por parte del Centro una relación con los productos que se necesitaban, a los distintos comercios de la zona y ellos los ofertaban, siendo la mesa de contratación del Centro quien decidía el proveedor que lo servía y el precio, tanto de compra como de venta.

1998
2000



Dinero Monopoly.

Se retira el dinero en efectivo para evitar conflictos y se ponen en circulación unos billetes de cartón tipo “Monopoly”.

2000
2002

Se pone en funcionamiento la aplicación para el control de almacén y existencias. Tuvo que ser adaptada a las necesidades propias de Instituciones Penitenciarias.

2002
2004



Tarjetas magnétics.

Se retiran los billetes de cartón debido a las falsificaciones y se implantan las tarjetas de peculio, facilitando la recarga y el control.

2004
2004

Llegan las TPV.

Los Terminales de Punto de Venta se implantan por primera vez en el C.P. de Soto del Real.

2004
2019



Eliminación de las tarjetas de teléfono.

Se actualiza los terminales para la venta de pines de recarga telefónicas.

2019

8.000 pesetas era la disponibilidad semanal, por parte de cada interno en 1995.

Ernesto Foncuberta

Redactor Ecos de Soto.

Ilustración: Carlos Alcaraz.