La vida sin música es posible, pero tal vez sería menos llevadera en los duros momentos. Esto lo sabe muy bien la capellanía católica de Soto del Real, por eso cuenta con el apoyo de un grupo de internos que con sus voces y unos instrumentos musicales ponen las notas a cada una de las tres misas que se celebran los fines de semana en la prisión.
El coro de capellanía está formado actualmente por siete integrantes (tres cantantes, un pianista, un guitarrista, un baterista y un bajista). El que más tiempo lleva en el coro lleva cantando casi seis años, seis años en los que ha visto pasar a distintos internos, entre músicos y cantantes, recordarlos es recordar gratos momentos, tal vez porque todos coinciden en que si forman parte del coro es porque tienen una suerte de devoción musical, no se sienten obligados a estar, pero si sienten un genuino compromiso con la capellanía.
Para los integrantes del coro es un momento que les sirve para salir de la rutina, para aprender, para retomar una actividad que se dejó olvidada. También es emoción, es sentir que aportas algo al resto de internos.
Desde este magazín se quiere dar eco a esas voces y a esas notas, que se pueda conocer a estas personas que aportan desde el anonimato, desde el instrumento que usan, que cuenten un poco cuál es su relación con la música, que significa para ellos el coro de capellanía y que piensan de su futuro musical.
Soy un amante de la música, mi familia ya sabe que deben enterrarme con mis discos de Elvis. Me gusta cantar siempre, en cada momento. En el coro de capellanía llevo seis años. Empecé a cantar en las misas a los 21 años. Sin música no somos nada, Dios nos hizo para cantar, para alabarlo. En el coro he conocido a muy buenas personas, recuerdo especialmente a Domingo, un dominicano que compuso varias de las canciones que aún cantamos en las misas. En prisión he aprendido a tocar la guitarra. Cuando salga, mi intención es seguir cantando en alguna coral.
¡Soy el punto explosivo del coro! La música es algo que me apasiona. Frecuento mucho el karaoke porque es una conexión mutua entre la música y yo. Soy muy atrevido en ese aspecto, creo mucho en mí y puedo llegar muy lejos… Después de formar parte del coro siento que estoy superando muchos obstáculos y he perdido el miedo, el pánico escénico. Ahora puedo expresarme de otra manera y con más seguridad, para mí es un gran logro. Destaco el buen rollo entre mis compañeros. La música me ilusiona y despierta mi lado artístico, me aporta aire y complementa mi vida.
Yo soy una persona católica, me siento bien cantando, es un compromiso con los padres y con la Iglesia, creo que donde dos o tres personas están reunidas esta Dios, por eso le doy gracias al padre Paulino por la oportunidad. En el coro han pasado cosas graciosas, existe una complicidad difícil de explicar. También soy compositor, tengo unas diez canciones escritas. Cuando salga me dedicaré a componer para algún cantante. Es lo que me gusta y es lo que se hacer en realidad, fuera era promotor artístico y siempre he tenido el ritmo en la sangre
Soy un eterno aprendiz musical. Empecé tocando el teclado en un coro parroquial cuando tenía 16 años. Tiempo después formé parte de un grupo de música cristiana, hacíamos conciertos. Pasó el tiempo y ya solo tocaba el teclado en casa. Cuando ingresé en prisión, en los primeros días, asistí a un concierto en el sociocultural y recordé que en Perú fui a tocar a una cárcel. Eso fue aleccionador, en un momento estás en un lugar y luego puedes estar en uno totalmente opuesto. Vi que el coro tenía un piano sin pianista, y desde entonces toco lo mejor que puedo, mientras sigo aprendiendo. Me haría muy feliz tocar algún día con mi hijita Micaela, mi dulce canción que empieza con un MI y termina con un LA.
Soy un músico perfeccionista, quiero que todo suene bien. Entré al coro por devoción musical, por los instrumentos y por compromiso hacia capellanía. Y al final, gracias a algunos funcionarios que nos dejan hacer esto, además de conciertos y otros eventos. Mi primer contacto con la música lo tuve en la parroquia de Parla y de ahí me animé a tocar la guitarra, luego pasé a formar parte de una banda de rock. Aquí me he podido reencontrar con la música, había dejado los instrumentos. En el coro le ponemos ganas para que funcionen las cosas, las misas, los conciertos, etc. Cuando salga, lo mismo participo en alguna coral.
Soy un aficionado a la batería. He estado metido en el mundo de la música, por mi padre. Él tenía una orquesta y yo tenía a mi disposición varios instrumentos. Mis padres no quisieron que me dedicase a la música, pero la batería me llamó. Estoy comprometido en el coro, ya que soy católico y me han dado la oportunidad de tocar la batería, que siempre me ha gustado. Intentamos animar las misas, que no son como las de afuera, y la gente creo que lo agradece. Cuando salga me gustaría seguir tocando.
Soy guitarrista, aquí en prisión aprendí a tocar el bajo. En Perú me dedicaba a la música, tocando distintos estilos, rock, reggae o afro, incluso grabé algún disco. Fue aquí donde volví a tocar otra vez. Para mi tocar es recreativo, siendo un compromiso, no solo con la institución, sino con la iglesia y con lo que hace el padre Paulino. Creo que la música es importante en la misa. También cuando hacemos un concierto, puedes ver como disfruta la gente. Si me quedo en España veré si hay la posibilidad de formar un grupo musical, algo para divertirme.
Me piden desde la redacción de Ecos de Soto, que escriba unas palabras sobre el coro de capellanía. Lo primero que se me viene a la cabeza, es la imagen de todas las personas que han pasado por él y los momentos de complicidad vividos.
Semana tras semana demuestran un compromiso con todos nosotros, ratificando una vez más lo que siempre quiero transmitir, una persona interna, es alguien que está pagando una deuda con la sociedad y los miembros del coro, una de las cosas que hacen, es ponernos un tono de alegría.
Bien sabéis, que cuando viene alguien de visita y escuchan las misas, lo primero que dicen es que ya quisieran muchas parroquias poder contar con un coro como el nuestro. Eso para mí es un orgullo.
Por eso, como no podía ser de otra manera, quiero agradecer desde aquí a todos los que habéis formado parte del coro, vuestra labor y entrega. En especial a los que estáis ahora y sois los protagonistas de este artículo.