Hora 25 inicia su temporada
Aimar Bretos emite su programa de radio, de difusión nacional, en directo desde el salón de actos con la participación de diversos internos.
El 5 de septiembre se inició la temporada radiofónica del programa de tarde noche de la Cadena Ser, Hora 25, presentado por Aimar Bretos. Un despliegue inédito formado por un equipo de radio retrasmitiendo tres horas en directo desde el salón de actos, una conexión de fibra óptica que cruzaba el centro, internos contando sus sentimientos y experiencias en directo desde sus celdas, el patio o en el salón de actos; y más de 50 internos que presenciaron en directo el programa hasta las 23.30h.
Durante la retransmisión se conectó en directo con varias cárceles que disponen de su propia emisora, y se habló con corresponsales en países a miles de kilómetros de distancia. Todo un ejemplo de coordinación y sincronización del compenetrado equipo de Bretos, que con señas, gestos y miradas hace que el programa se desarrolle sin imprevistos.
Se pudo presenciar también la tertulia económica y política del programa, con cuatro de los que van a ser tertulianos habituales en la temporada: Jesús Maraña, Lucía Méndez, Manuel Jabois y Carlos E. Cué. Se entrevistó en directo a internos en sus celdas e intervinieron funcionarios del Centro así como a Lourdes Gil Paisana, Coordinadora de Programas Tratamentales de la Secretaría General, el Director Luis Carlos Antón y el Padre Paulino. Tuvo su espacio también el módulo terapéutico de Proyecto Hombre, con su terapeuta Carmelo a la cabeza y varios internos del módulo, que contaron cómo es la experiencia de vivir en una comunidad terapéutica y qué se siente cuando se sale de permiso: el reencuentro con la familia, con la gran ciudad, y con momentos y espacios casi ya olvidados.
Palabras muy emotivas de internos que van superando duras situaciones y van asentando los cimientos de su futura vida. Estuvieron presenciando el evento en directo el Secretario General de Instituciones Penitenciarias Ángel Luis Ortiz y el Director General Miguel Ángel Vicente. En el transcurso del programa se conectó en directo con Manuel Jabois que describió la sensación de encontrarse de noche en el patio de una prisión: “todo silencio, casi parece un prefabricado en un pueblo desierto, un decorado de una película”.
No conocíamos
Cuando hace unos meses nos planteamos emitir el primer programa de esta temporada desde el centro penitenciario de Soto del Real, me hice una pregunta a mí mismo: ¿qué buscamos con esto? ¿Qué queremos comunicar a nuestra audiencia, que al fin y al cabo es el cometido de nuestro trabajo? Pasé varios días dándole vueltas a esta cuestión. La respuesta no era sencilla porque no había una única respuesta.
Por un lado, era una oportunidad para transmitir a través de las ondas una realidad profundamente desconocida para la gran mayoría de quienes no hemos tenido un contacto personal o familiar con el mundo penitenciario. Se nos abría también una puerta para conocer historias de vidas que quedan en pausa, historias de errores, evolución y recomposición.
Y por último, suponía llegar hasta el final en nuestro compromiso de acercar la radio allí donde estén nuestros oyentes, ya sea en su casa de un pueblo de Galicia, en una residencia de ancianos de Murcia, un piso de soltero en Zaragoza … o una cárcel en Soto del Real.
Teníamos clara nuestra función, que no era ni justificar ni volver a “juzgar” los motivos por los que están en prisión las personas que participaron con nosotros en el programa. Eso ya lo ha hecho o lo hará un juez; no era nuestro trabajo.
A lo que íbamos era a trasladar fuera de los muros de la cárcel la realidad de quienes viven privados de libertad. Y si lo logramos fue, en gran parte, por la potencia y honestidad de los testimonios de aquellos que colaboraron no solo desde la mesa y los micrófonos, sino también desde el patio de butacas del salón de actos.
Fue apabullante la entrega que percibimos por parte de los internos, pero no solo: también la generosidad de los funcionarios que se volcaron para conseguir que aquella fuera una noche de radio especial.
Y creo que entre todos lo conseguimos. No lo creo, lo sé. Pocas veces he recibido tras un programa semejante aluvión de comentarios emocionados. Oyentes, amigos y compañeros que esa noche, escuchando la radio, sintieron cómo dentro de ellos se derrumbaba de alguna manera el muro de prejuicios que todos -involuntariamente- construimos sobre las realidades que no conocemos. Que no conocíamos.