450 desayunos diarios entre los más necesitados. En la calle Doctor Cortezo, 4 (Madrid), a las ocho de la mañana se empieza a formar una cola de personas, que en numerosas ocasiones da la vuelta al edificio, esperando a que abra las puertas del Comedor Ave María. A cada persona se le entrega una bolsa con comida y un café caliente.
El comedor lleva funcionando desde 1725, aunque la Fundación es de 1611, cuando los Frailes Trinitarios empezaron a servir a los más necesitados en 1618. El presidente actualmente es Paulino Alonso García, Fraile Trinitario, aunque la Fundación es laica.
Paulino trabaja en el comedor organizando a más de 150 voluntarios que colaboran en él. Gestiona todas las donaciones de materias primas y económicas que recibe, tanto del Banco de alimentos, como de donaciones privadas. También organiza mercadillos de ropa para financiarse. El presupuesto del comedor ronda los 300.000 euros al año sin recibir ningún tipo de subvención pública.
Parece materialmente imposible que viendo esos escasos 4 metros y medio de fachada que abarcan, tanto la capilla como el comedor, se pueda desarrollar tanta actividad encaminada a las personas más necesitadas. (Se da de desayunar a más de 12.000 personas al mes).
La misma ayuda que da a las personas de la calle se la da a los internos de esta prisión. Una vez que termina su labor en el comedor, coge el transporte público hasta Soto del Real, llueva o haga un calor infernal. Recorre todos los módulos, disponible para todo aquel que no tiene recursos, haciendo ingresos en peculio para que por lo menos tengan para un café. Les facilita ropa, una palabra de aliento o un hombro en el que desahogarse, sin distinción. Para él todos son personas valiosas. El cariño que da lo recibe de vuelta y se nota con creces todos los domingos en las dos celebraciones de misa que hace.
Cuando sale del Centro, sobre las ocho y media, antes de irse a la comunidad que comparte con otros seis frailes, pasa por el Comedor para asegurarse que todo seguirá funcionando de la misma forma; ese es su papel.
Paulino lleva 31 años llevando su calidez y cercanía a los lugares más recónditos, donde esa empatía es tan necesaria.
El Comedor Ave María es la institución más antigua de Madrid.
Además cuenta con una capilla monumento artístico, aunque no se conserva nada original porque fue quemado en la Guerra Civil y restaurado a posteriori. Cuenta con un Sagrado Corazón que perteneció a la antigua cárcel de Carabanchel, durante los 50 años que estuvo abierta. Numerosos motines se produjeron en aquella cárcel y la Virgen siempre se mantuvo intacta.
La capilla comparte espacio con un mercadillo solidario para subvencionar el comedor.
Trabajando por una sonrisa.
Todas las mañanas los voluntarios que ayudan a Paulino madrugan para dar desayunos a los más necesitados. Algunos compaginan sus trabajos con su labor social con la única recompensa de ayudar y ver la sonrisa de quien más lo necesita.