
Aunque los objetivos del encarcelamiento de hoy tienen poco en común con los de hace siglos, la arquitectura de prisiones se ha mantenido en gran medida estandarizada en todo el mundo: grandes instituciones apartadas de núcleos de población, de apariencia austera y fuertes medidas de seguridad que afirman un control absoluto (perímetros altos rematados con alambre de púas, torres visibles y puertas pesadas). Se caracterizan en el interior por una uniformidad en color y texturas, con bloques de celdas que albergan a un gran número de personas en celdas de hormigón austeras y de tamaño reducido con ventanas con barrotes de acero y puertas corredizas. Y no hace falta decir que este modelo de encarcelamiento no solo ha limitado la introducción de ideales de rehabilitación, sino que ha tenido un impacto individual, social y económico negativo.
Durante las últimas dos décadas, en medio de un crecimiento de la población penitenciaria mundial, el valor de la arquitectura penitenciaria como catalizador de resultados positivos ha empujado a los arquitectos con visión de futuro a reevaluar los modelos clásicos, repensar los diseños de las prisiones y experimentar con conceptos espaciales innovadores integrados, con teorías de sociología, psicología e incluso ecología. Estos alinean mejor la estructura física de las instalaciones penitenciarias con el concepto de trato humano y las prioridades contemporáneas de rehabilitación y reintegración exitosa de los reclusos.
No es práctico ni viable diseñar un centro penitenciario con “dimensiones únicas”, ya que el tipo de centro que se necesite en última instancia estará influido por variables como los recursos económicos y humanos, la política, la ubicación y los factores biológicos, emocionales y características de los internos que van a residir en el centro (por ejemplo, género, edad, riesgo, necesidades y estado legal). Sin embargo, a continuación se presentan algunas características que, extraídas de puntos de vista culturalmente diversos, se identificaron como vitales para cumplir con los requisitos básicos de rehabilitación de los reclusos a través del espacio.
En Estocolmo transforman la comida sobrante en biogás. Tabellen 4, es una prisión en Estocolmo que ganó el premio “BREEAM Public Projects In-Use” en 2019 por sus iniciativas medioambientales. Entre ellas se incluyen azoteas verdes de 1.100 metros cubiertas de vegetación, que protege de
la radiación solar y los cambios de temperatura, y un sistema de ventilación que recicla el calor del aire, reduciendo el consumo de energía en un 50-60%. Además cuenta con grandes ventanales para aprovechar la luz solar, iluminación LED, baños con bajo consumo en agua y toda la comida que se tira es convertida en biogás.

Estar basado en la premisa de que las personas son capaces de cambiar y mejorar. El entorno debería transmitir que las personas privadas de libertad valen algo y que tras su paso por prisión transformarán sus vidas de un pasado delictivo a un futuro constructivo si se les proporciona las habilidades sociales y las herramientas cognitivas necesarias para tener éxito.
Prácticas basadas en evidencias. Considerar los resultados de investigaciones científicas realizadas en entornos institucionales similares, como hospitales o centros de atención médica, que demuestranla influencia que produce un entorno saludable en la reducción de la frecuencia y la gravedad de las conductas antisociales y la violencia, la mitigación del estrés y la ansiedad. Estudios muestran que un ambiente con acceso a luz natural y aire fresco, con conexión a la naturaleza y con regulación térmica son beneficiosos para la salud y que los sonidos molestos como el de las puertas correderas al cerrarse y abrirse, la megafonía o los gritos de los internos son un gran problema debido, en parte, a los materiales usados que producen ecos y reverberación.

Las prisiones con menos derechos
humanos. En Sudamérica predominan muchas prisiones con grandes problemas de derechos humanos, siendo muy frecuente los hacinamientos y la corrupción. En la cárcel de San Pedro (Bolivia), los funcionarios tienen limitadas sus funciones al exterior y no entran. Esta situación provoca que el interior sea una verdadera jungla sin reglas. Los internos tienen que comprar a otros internos un espacio donde dormir, o tener que construirse su propia parcela, vivir hacinados con escasas condiciones de higiene, trabajar para otros internos, tener que pagar para comer y poder
tener dispositivos ilegales está a la orden del día. Esta en medio de la sociedad pero aislada.
Hacer un “buen vecino”. Eliminar la imagen intimidante estereotipada de las prisiones y el estigma del encarcelamiento. Es vital para evitar la alienación y para el éxito en la rehabilitación. Como institución social pública, siempre que sea posible, una instalación presidiaria debería integrarse en la comunidad a
la que se liberará al recluso y mezclarse con el área circundante. Si bien es necesaria una barrera hacia el mundo exterior para mantener la seguridad, el objetivo estético y ambiental de la instalación debe des institucionalizar el edificio e integrarlo a la comunidad en general al presentar una apariencia normalizada, moderna y orientada a los ciudadanos.
El papel del diseño y la arquitectura debería suponer una ayuda profesional, motivacional y
didáctica, tanto para los internos como para el personal que lo habitan.
Tener el tamaño adecuado. Para llevar a cabo un programa de rehabilitación realmente efectivo, la capacidad operativa de cualquier establecimiento penitenciario nunca debería exceder los mil internos. Cuanto menor sea el tamaño de la instalación, mayores serán las posibilidades de que los administradores del programa y el personal de la instalación conozcan personalmente a muchos de los reclusos, sus historias, necesidades, deficiencias y fortalezas, y así identificar mejor las formas efectivas de tratar con ellos. Cuando se mantienen en instalaciones lo suficientemente pequeñas, los reclusos pueden recibir una atención más enfocada, programación y tratamiento individualizado. “Para mí, una prisión como el Dueso, de tamaño medio, con vistas a la naturaleza y con un patio común me permite sentarme en un banco a charlar con los internos y conocerlos. Son más humanas a diferencia de las mega prisiones tipo actuales donde los internos están más aislados de los funcionarios. No hay horarios regimentales tan estrictos. Las celdas se abrían a una hora y los internos tenían libertad para ir a sus destinos”, asegura Puerto Solar, jurista de instituciones penitenciarias.
Las últimas prisiones tipo construidas en España siguen un mismo diseño modular, cuya arquitectura ha puesto barreras que aíslan a los internos de los funcionarios y equipos técnicos, priorizando la seguridad a los factores sociales.
Un entorno familiar para los internos.
La prisión de Storstrøm (Dinamarca), diseñada por el arquitecto C.F. Møller, es un ejemplo de arquitectura moderna en prisiones, pretendiendo ser menos institucional y más inclusiva con la sociedad. Está construida con materiales duraderos y de alta seguridad a la vez que incorpora materiales cotidianos como el ladrillo para las fachadas.
Los internos están ubicados en diferente unidades de entre cuatro o siete celdas. Cada unidad tiene un área común con cocina compartida donde los internos pueden cocinar su propia comida. Estas unidades conforman pequeños hubs sociales, creando la sensación de que están en un campus universitario (sin olvidar que están privados de libertad). Cada celda tiene un frigorífico, una televisión, un armario y lo más importante, una gran ventana luminosa y sin barrotes, lo que reduce la irritabilidad, la agresividad y el estrés.
Por otro lado los colores presentes en las galerías juegan un papel psicológico muy importante. Frente a los grises que transmiten una sensación opaca y fría, el azul, por ejemplo, tiene efectos tranquilizadores y el naranja calidez, vitalidad y entusiasmo. “Al agregar el factor humano en nuestro enfoque de diseño, la arquitectura penitenciaria puede pasar de ser cruel e institucional a un lugar de estimulación positiva. Si equilibras todo correctamente, intentando agregar la mayor normalidad posible y aspectos positivos al diseño, creo que puede marcar la diferencia. Si crees en la rehabilitación, el cambio comienza en la forma de diseñar las celdas. En Storstrøm hay ventanas sin rejas que van desde el suelo al techo junto con otra pequeña al lateral para tener dos vistas diferentes”, explica el arquitecto socio Mads Mandrup Hansen.

Los arquitectos tienden a pensar con empatía en las residencias de mayores, ya que pueden imaginarse a sí mismos envejeciendo, pero nunca piensan en sí mismos o en un familiar que acabará en prisión. La empatía es muy importante.
La seguridad debe alcanzarse por diseño, evitando la sobreabundancia de barreras físicas. Una buena arquitectura contribuye a lograr entornos más amables, con mayor accesibilidad y más seguros. Las demandas de seguridad dictan el uso de diseños de líneas rectas que brindan líneas de visión claras en toda la instalación al tiempo que mejoran la orientación y la búsqueda de caminos. La supervisión
directa no solo ayuda a la vigilancia informal, sino que también promueve la interacción constante y directa y la comunicación normalizada entre el personal y los reclusos, identificando y abordando proactivamente los posibles problemas antes de que se intensifiquen. Una premisa fundamental de este
enfoque es que los internos no están confinados en sus habitaciones todo el día, sino que participan en actividades y programas, y son libres de moverse y usar los recursos disponibles dentro de la unidad de vivienda, bajo una seguridad menos molesta. Permitir a los reclusos una medida de control sobre su entorno da como resultado un entorno propicio para el cambio y la autoconciencia, al alentarlos a controlar su propio comportamiento y tomar decisiones responsables con respecto a su participación en las actividades diarias.
Un factor importante también es que con las nuevas tecnologías un porcentaje de internos puede cumplir condena fuera de prisión y otro porcentaje de ellos no requieren de grandes medidas de seguridad dentro de prisión, por lo que centrarse solo en la seguridad hace que el espacio transmita violencia, a lo que el interno responderá con rechazo. “En las prisiones tipo actuales si el funcionario no quiere tener contacto con el interno puede aislarse por la configuración del espacio. Tener un trato más humano hace que al final los internos te lo agradezcan”, según la coordinadora de actividades del CP Soto del Real. “Podría aceptar las prisiones tipo modulares, pero orientadas a que no tuvieran cabinas ni tantos rastrillos, porque estos elementos hacen de barrera arquitectónica y aíslan a los internos del personal. Además, me gustaría que los equipos técnicos tuvieran el despacho permanente dentro de los módulos. Actualmente ha imperado el factor seguridad al social”, asegura Puerto Solar.
La interacción entre funcionario – interno debe ser un factor clave.
Si realmente la función de la pena es
orientarla hacia la reinserción es fundamental
no dejar a los internos solos. El
equipo técnico, el responsable de valorar
a los internos debe pasar tiempo con
ellos para conocerlos y no solo basarse
en meras entrevistas formales.

Que proporcione un ambiente sano y seguro. Las organizaciones que elevan la moral a los privados de libertad no solo benefician a los residentes, también al personal. Los espacios llenos de luz solar, vistas exteriores, esquemas de color terapéuticos y materiales normalizados fomentan la participación de los reclusos, reducen el estrés, los incidentes, y las agresiones. La provisión de un ambiente saludable y seguro en toda la instalación también es esencial para fomentar el compromiso y la participación de la comunidad, esenciales para el éxito de la misión de rehabilitación. Los visitantes o voluntarios se sentirán seguros si las áreas que frecuentan (como por ejemplo las zonas comunes, áreas de espera o de visitantes) son acogedoras, fáciles de usar, hay acceso a la luz del día, ventilación adecuada, los olores y la temperatura están controlados y la acústica gestionada. Los mismos principios se aplican al diseñar los espacios de administración y apoyo al personal, las áreas de programas y servicios, los pasillos de circulación, etc.

La “isla-prisión” sin muros y sin
vallas.
Bastøy es una prisión noruega de baja seguridad ubicada en una isla de 2,6km2. En ella conviven 115 internos y 69 funcionarios de día y solo 5 por la noche. A los internos se les da la confianza para moverse libremente por la verde isla. Ellos saben lo fácil que es escapar, pero también saben que eso conllevaría pasar el resto de la condena en la prisión más estricta del país. Por eso en 38 años solo han tenido un intento de escape Los internos viven en cabañas y durante el día tienen que trabajar en talleres, aprender oficios o atender las granjas de la isla que suministran comida. Con el sueldo adquirido pueden comprar comida adicional en el supermercado de la isla.
La imagen tiene que ser tan normal como sea posible, lograda a través del empleo de materiales locales, el uso del color y una buena calidad estética. Los tipos de ambientes de vida más efectivos para ayudar a la rehabilitación son aquellos que se sienten domésticos y mejoran la calidad de vida. En las celdas un entorno normativo e intelectualmente estimulante presenta abundante luz solar, apertura, vistas despejadas, paisajismo, acceso a la naturaleza, puertas normales sin rejas y ventanas grandes, muebles móviles, materiales normalizados como alfombras, madera, vidrio irrompible, paneles de pared acústicos, muebles funcionales y hogareños y texturas y colores suaves: estos expresan calma, ayudan a evitar la monotonía y motivan los sentidos. Permitir cierto grado de privacidad y personalización son aspectos clave del proceso de transformación. Los reclusos deben tener derecho a la privacidad para dormir, el mantenimiento y la higiene personal, y la custodia de artículos personales. Esto promueve un sentido de dignidad personal y control sobre el medio ambiente, fomentando el respeto por sí mismos y, a su vez, el respeto por los demás. La biofilia, como la psicología ambiental, tiene que ser considerada en los proyectos.
Halden, una prisión diferente.
Presos como futuros vecinos de la sociedad.
La prisión de Halden (Noruega) fue ganadora en 2010 de los premios “Østfold Architectural Association’s” y “Designers Saturday Oslo” en 2011, unos premios otorgados como ejemplo de buena arquitectura y mejor diseño interior, la cual se rije por 5 principios:
1 – Lo que los jueces han dicho es el propósito del castigo.
2 – Una visión humanista de la humanidad.
3 – Igualdad de trato.
4 – Un preso ha pagado su deuda con la sociedad una vez que su sentencia ha concluido.
5 – Principio de normalidad.
En Halden hay muros de hormigón pero no concertinas ni torres ni ventanas con
barrotes.
“En Noruega no hay cadena perpetua, por lo que la preparación de los internos para la vida exterior comienza desde el primer día. Si en la prisión los tratamos como animales estaremos liberando animales en tu calle” dice Jan Strømnes, director del centro.


Reducir la oscuridad.
En la prisión de Halden los internos se pueden mover libremente y solos por el interior de la instalación. Hacen el día a día como si estuvieran en la calle. Se levantan y cada uno se dirije a su trabajo, a la escuela o a las actividades con libertad. Los internos reciben una confianza por parte de la institución, pero si abusan de la confianza pierden esas oportunidades. Pueden aprender mecánica, diseño gráfico, producción musical, cocina o carpintería. Uno de los principios de Halden es la seguridad dinámica, donde funcionarios e internos se mezclan en actividades todo el tiempo. Almuerzan juntos, se divierten
juntos… Todo para permitir interactuar realmente con los internos, hablarles, conocerles y motivarles.


Un día con la familia.
Los internos que son padres pueden hacer un curso que les permite pasar unos días en familia. Para ello existe el “Centro de Visitas”, un chalet espacioso, luminoso, con baños, sofás, cocina, juegos de mesa, espacios verdes y rocódromo. Allí mismo compran la comida y la cocinan como si estuvieran en casa. También pueden disponer de una cámara digital para hacerse fotos y que posteriormente se las manden para que tengan un recuerdo del día y que el propio interno pueda disponer de esas fotos en su celda.

La aplicación de una arquitectura sustentable redundará en importantes economías, en la conservación del ambiente y en una mejor calidad de vida. El consumo de agua y energía en los establecimientos penitenciarios es muy superior al de otras tipologías.
Estar orientado a los programas y servicios y proporcionar una variedad de espacios. Tan importante como ofrecer a los reclusos una variedad de programas y servicios de tipo rehabilitación, es la provisión de espacios polivalentes que se utilizarán para la rehabilitación, como aulas académicas y vocacionales, actividades y áreas de taller, espacio multiconfesional y salas de asesoramiento para terapia individual y grupal. Cualquier diseño de rehabilitación debe maximizar el espacio del programa, para evitar que las actividades y los programas de tratamiento tengan que competir por el espacio, comprometiendo así la participación de los reclusos y el acceso regular a los programas y servicios. Para fomentar la socialización positiva, el movimiento y la experiencia del cambio estacional, los espacios polivalentes deben organizarse espacialmente en un entorno similar a un campus que consta de varios edificios independientes (en lugar de una gran institución imponente), organizados para maximizar el uso de los recursos compartidos.
Un centro penitenciario requiere un enfoque humanizador del diseño que pocos otros tipos de arquitectura pública exigen. Una nueva generación de centros penitenciarios debe brindar espacios que reduzcan el estrés, el miedo y el trauma; espacios que estimulen la motivación para la participación en actividades positivas que reduzcan la ociosidad y el comportamiento negativo y que, en lugar de almacenar o aislar a los reclusos, trabajen con ellos para fomentar la reforma y la reintegración en la sociedad como ciudadanos respetuosos de la ley. La vida dentro de una prisión debe permitir la mayor normalidad posible, brindando a los reclusos un nivel de responsabilidad y autonomía que los preparará para la vida en el exterior e imponiendo la menor cantidad de condiciones restrictivas en espacios, vías de circulación y acceso a espacios interiores y exteriores como sea posible. Sin embargo, para que esas consideraciones espaciales y ambientales y sus atributos positivos sean valiosos, deben ir de la mano con políticas, prácticas y procedimientos de manejo de reclusos positivos y constructivos, así como con personal comprometido y bien capacitado.
Entrar en prisión conlleva problemas de salud debido a la arquitectura.
A los pocos meses de entrar en prisión muchos reclusos experimentan la denominada “ceguera de prisión” provocada por la permanente ruptura del espacio y la existencia de continuos obstáculos a la evasión que impiden la visión a distancia. La configuración espacial no permite la visión de un horizonte, ya que está continuamente cortada por grandes muros o barrotes verticales, lo que produce fuertes dolores de cabeza, así como una deformación de la perspectiva visual. Otro de los grandes problemas que afectan a la visión es contar con espacios sin luz natural que están obligados a iluminar artificialmente. Todo ello sumado al uso de colores grises, afectando al estado de ánimo. Por otro lado se producen problemas auditivos debido a los grandes ecos y reverberaciones de los materiales empleados en la construcción. La poca ventilación natural genera además una pobreza olfativa. La escasa iluminación genera espacios oscuros, obligando a contar con luz artificial de manera continua y producir grandes contrastes lumínicos. En la imagen el Johnston Country Detention Center en EE.UU.


Prisiones flotantes.
A pesar del deseo poblacional de apartar las cárceles de la sociedad, situarlas aisladas implica una serie de problemas y complicaciones, tanto para el personal como para los internos. El fomentar un soporte social y emocional de las que forman parte las personas cercanas de fuera de prisión debe ser decisivo. Las prisiones flotantes existen en algunos países como una forma de apartar del territorio físico a los presos y en otros muchos casos para estar fuera de legislaciones y no saber lo que ocurre dentro, como ha sucedido también con Guantánamo (EE.UU). En la imagen “The Boat” la mayor prisión flotante del mundo en Nueva York en EE.UU.
Todavía existen muchas prisiones sin derechos por todo el mundo.
En El Salvador existe una megaprisión con capacidad para 40.000 reclusos. Los internos se reparten entre 256 celdas y viven hacinados en un espacio mínimo de 0.58 metros por interno. El recluso no tiene ningún tipo de derecho y no se sabe mucho sobre lo que acontece en el interior, lo que ha provocado que haya sido denunciado en múltiples ocasiones por organizaciones de Derechos Humanos.

Un lugar que hace énfasis únicamente en la seguridad y no en la intervención recuperadora transmite gran violencia, a la que el interno responderá con rechazo.