Empezó en la empresa privada, quienes la conocen dicen que es una persona paciente, tranquila y reflexiva. En sus ratos libres le gusta leer y disfrutar de su familia y amigos. Se define como una persona sensible, emotiva y perceptiva.
De emprendedora a hacer terapia con caballos en prisión.
Para saber el por qué me hice funcionaria de prisiones nos tenemos que remontar bastante tiempo atrás. Siendo directora financiera de una consultora, y por circunstancias de la vida decidí dar un giro y crear mi propia empresa enfocada al desarrollo de la inteligencia emocional y las habilidades sociales. Aunque nuestro principal objetivo fue impartir formación a directivos de empresas, poco a poco comenzamos a abarcar otros colectivos, entre ellos personas que cumplen condena en centros penitenciarios. El proyecto contaba con una parte teórica en aula y otra práctica, en la que se llevaron caballos al centro para interactuar con ellos.
Los caballos actúan como espejos de nuestras propias energías, nuestras emociones y estados de ánimo, y reaccionan en consecuencia de lo que perciben, por eso son una herramienta muy buena para trabajar el autoconocimiento y el autocontrol.
Parte de aquel proyecto consistió en una salida programada a una ganadería equina, no solo para esa interacción pie a tierra, sino para conocer cómo ellos, animales gregarios como nosotros, se relacionan dentro de su grupo social.
La primera vez salí con un nudo en la garganta.
Ese fue el primer contacto que tuve con el mundo penitenciario. Al acabar salí algo desmoralizada y con un nudo en la garganta. He de reconocer que no estaba acostumbrada a este mundo y descubrí que existen realidades y situaciones muy diferentes a las que había vivido hasta entonces. Luego reflexioné y me di cuenta que, quizás todo lo que hice le podría haber servido a alguien, y entonces es cuando empecé a pensar que, si era así, había merecido la pena. Pero todavía no pensaba, ni mucho menos, lo de hacerme funcionaria. Lo mío era la empresa privada.
La grafología me hizo interesarme por las prisiones.
Tras la experiencia con los caballos llegó el siguiente proyecto. La grafología es una herramienta que estudia la personalidad del individuo a través de la escritura manuscrita. Estudié grafología y pericia caligráfica por afición. La grafología enfocada a la criminalidad no estaba muy investigada, eso despertó especial interés en mí, por lo que solicité a la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias autorización para realizar un estudio, que después de dos años me fue concedido. Y así es como comencé una nueva andadura penitenciaria. En mis visitas al Centro me entrevistaba con los internos y les invitaba a hacer una redacción libre y manuscrita y una serie de tests proyectivos consistentes en dibujos. Todo ello con el objetivo de conocer aspectos no solamente de su personalidad, sino también de su estado emocional.
“Mucha gente piensa que los presos viven bien, pero no son conscientes de lo que es estar privado de libertad, tanto de movimiento, como de voluntad a la hora de decidir qué quieres hacer en cada momento del día”
Todos podemos pasar por prisión.
Mientras realizaba esta investigación se puso en contacto conmigo un funcionario de prisiones que se interesó por mi trabajo, y fue a partir de entonces, cuando me planteé preparar la oposición, que finalmente aprobé.
Siendo ya funcionaria me he dado cuenta que el trato con los internos es diferente a cuando era voluntaria. Ahora no se abren tanto. El uniforme impone, constituye una barrera bastante real.
No veo internos, sino personas. Te das cuenta que por aquí podemos pasar todos. Cualquiera podemos cometer un error o equivocarnos en algún momento.
En algún lugar leí, que todos, en algún momento de nuestras vidas, deberíamos hacer tres visitas obligadas: un cementerio, un hospital y una prisión para aprender a valorar la vida, la salud y la libertad.
Mucha gente te dice que los presos viven bien. Y en cierto modo puede parecer así, pero les falta lo fundamental, no solo la libertad de movimiento, sino la libertad de poder decidir qué quieren hacer en cada momento del día. Otra de las cosas que se critica, por falta de conocimiento, son las instalaciones y las actividades, y la realidad es que son fundamentales para la reeducación y reinserción, aparte de para hacer más llevadera la estancia en prisión.
Como funcionaria, disfruto de mi trabajo en muchos aspectos, y tengo la firme esperanza de que la estancia en un centro penitenciario favorezca y suponga una experiencia positiva y útil a todas aquellas personas que tienen que pasar por aquí y que les sirva de ayuda en su reinserción para encontrar el camino correcto.