El coronel José Pardo de Santallana nos habla sobre uno de los peores momentos que vivimos desde la crisis de los misiles de Cuba. El futuro está siempre abierto y depende de la libertad que tengan las personas que tienen que tomar las decisiones

Pasamos por uno de los peores momentos del mundo desde la crisis de los misiles de Cuba del 1962. El futuro está siempre abierto y depende de la libertad que tengan las personas que tienen que tomar las decisiones. Pero las tendencias que vemos son peligrosas, ya que hay una intensa rivalidad entre las grandes potencias, que es lo que rige la configuración del panorama internacional. Por un lado, los EEUU y por otro Rusia y China, que están en clara confrontación, y ninguna de las partes está dando pasos para que esta situación se suavice, siendo cada año la situación peor. Como consecuencia de esto, ya hay una guerra en Europa que es la guerra de Ucrania. Todas las guerras son terribles, y esta no es una excepción. Existe el peligro de que tengamos otra, de la que el mundo entero está pendiente y es Taiwán. Hay una guerra caliente y otra por ahora fría.

“Nos enfrentamos a una ruleta rusa, pero para vencer a Rusia hay que aceptar ese riesgo, y jugar”

Vivimos un momento de inflexión histórica, cambiando el rumbo de las tendencias, con lo que nos toca volver a repensar el futuro. Las tendencias que usábamos ahora ya no son válidas, porque el mundo está cambiando hacia una dirección que desconocemos. En la tendencia anterior teníamos un mundo dominado por occidente liderado por EEUU y eso está cambiando. Esto induce mucha inseguridad. Hace mucho tiempo, cuando se pasaba de la Edad Media al Renacimiento, Leonardo da Vinci dijo: “No estamos en una época de cambios, estamos en un cambio de época”. Está naciendo un mundo distinto.

En la estrategia de seguridad publicada por EEUU vemos que “el mundo está en un punto de inflexión” y “esta década será decisiva”. Una visión que es nueva, y sin precedentes, que muestra la preocupación de EEUU. Muestra una competición entre EEUU y China, en el que la primera quiere ganar una batalla de valores, ya que piensa que Rusia y China son potencias revisionistas y autoritarias que se oponen al orden internacional construido sobre occidente.

La gran tendencia que hay detrás es que estamos al final de un gran periodo histórico dominado por occidente, que comenzó en la Península Ibérica hace 500 años, en los que dos imperios, el Español y el Portugués, dominaron primero los océanos y después el mundo junto con los demás países europeos. Esos países dieron propiedad al adjetivo ‘internacional’ que se inventaron en Europa. El mundo internacional como lo conocemos se inventó aquí, pero antes de esto, el mundo más avanzado era el asiático. Las potencias europeas pasaron a dominar el mundo usando inventos chinos: la pólvora, el papel y la brújula. En adelante, tras la conquista de los océanos, los grandes inventos fueron de occidente, lo que dio paso a 500 años de dominio de la historia. Esta época ha acabado, como confirma Fukuyama en su obra “El fin de la historia”. Lo que se pensaba al acabar la guerra fría y el enfrentamiento entre capitalismo y socialismo, en el que el primero arrasó, era que los principios que organizaban la sociedad occidental y que se habían creado a imagen y semejanza de EEUU, se iban a imponer a nivel global de forma definitiva, con la base de la democracia en lo político y la libertad en lo económico, junto con los valores de la igualdad, libertad y derechos humanos. Se pensaba que globalización, modernización y occidentalización eran equivalentes, necesarios para que una sociedad avanzase, como hizo Japón en el siglo XIX, cambiando incluso su atuendo. Lo que antes era un dogma, el Partido Comunista Chino lo cambió. Modernizó China sin occidentalizarla, sin democratizarla. Ningún otro país podía tomar una decisión así contracorriente, pero un país tan grande como China, sí pudo, ya que tenía el poder concentrado en un solo partido, que se reúne y toma decisiones que cambiaron la historia y la dinámica del tiempo.

“Todos dependemos de cosas que se fabrican en lugares lejanos”

La demografía cada vez es más importante. Hay dos países que juntos suman un tercio de la población mundial: China y la India. Cuando acabó la Guerra Fría la población no era importante porque el poder y la población no estaban conectados. Ahora sí; el PIB per cápita se está igualando, y ya no hay tanta diferencia de riqueza en unos países y en otros. Por lo que la cantidad se está haciendo determinante en términos de poder. Esto está afectando también a África, que cuando acabe el siglo será el continente más habitado. Toda esa población excedente acabará viniendo a Europa, ligándose el futuro de ambos. El futuro de España, depende del futuro de África y de su desarrollo.

La guerra de Ucrania se desarrolla bajo un fantasma muy grave que es el nuclear, ya que Rusia utiliza esta amenaza para no ser derrotada. Si no tuviese la bomba nuclear Rusia ya habría sido aplastada y esta guerra no se hubiese producido.

“No estamos en una época de cambios, estamos en un cambio de época”

Esta guerra se parece mucho a la guerra de la Independencia de España contra Napoleón, en la que España había perdido las fortificaciones del norte antes de empezar la guerra. Napoleón esperaba que fuera un juego de niños y usó la estrategia que en otras ocasiones en Europa le había dado frutos, pero en España no fue así, gracias a la pasión y el patriotismo de los que defendían su nación, y al final cayó derrotado. Toda guerra que no se gana en los primeros meses, se alarga, y si esta se alarga, llegará la ayuda y el soporte de otros países, como es el caso ahora de los norteamericanos y de los países europeos. Lo mismo le pasó a Napoleón por no poner énfasis suficiente al principio de la contienda. Esto dio paso al alargamiento del conflicto, a la barbarie y al horror.

Hay que elegir entre paz o justicia. Ucrania ha elegido justicia. Pero el resto de los países quieren que se elija paz, para la que hay tres opciones: echar a Rusia de ucrania, alargar la guerra como quiere EEUU desde la distancia, o detener la escalada buscando un enfriamiento. Ninguna de las tres opciones es fácil porque la confianza entre Rusia y occidente se ha perdido por completo.

José Pardo de Santallana

Coronel del ejército que ha trabajado en la ONU, en distintos conflictos en el extranjero y colaborador de distintas revistas con artículos sobre estudios estratégicos y de geopolítica internacional.

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