Sebastián, es de un pueblo pequeño de la Alpujarra (Almería), tiene 33 años. Su experiencia como pastor de ovejas la recuerda como muy dura, ya que veía la vida en los pueblos desde lejos.

El dinero me arruinó.

¿Cómo fue tú entrada en prisión?

Me presente voluntariamente en cuanto me notificaron la sentencia, aunque me daban tres meses para ingresar. Hablé con un amigo y me dijo que la cumpliese en la prisión de Soto del Real. Como vivo en Vallecas no me lo pensé y me vine para aquí lo antes posible. No quería más problemas, quería parar de una vez con lo que me había llevado a cometer el delito.

¿A qué módulo te asignan?

Al haber estado ya en prisión me enviaron al módulo 2, que es para reincidentes. Aunque en todo el tiempo que he estado en prisión no he tenido un solo parte. Como en Almería había estado en uno de los peores módulos por eso acabé en el 2. Fíjate si me portaba bien que a los dos días ya estaba de segundo ordenanza en el módulo. El único incidente que sufrí fue cuando dos internos me “pidieron” que les diese mis zapatillas. Me negué y tuvimos una enganchada. Tuve que hablar con los funcionarios. No tenia ganas de líos, ni de estar sentado todo el día en el patio, y fue entonces cuando me enviaron al módulo 11 como de prueba.

“En la escuela era muy malo, le llegué a meter fuego al baño de la escuela desenrollando veinte rollos de papel y prendiéndoles fuego. Tuvieron que ir hasta los bomberos”

¿Y qué tal en el módulo 11?

Me lo curré. Me hicieron firmar un papel comprometiéndome a limpiar y a trabajar en el módulo. Y eso hice: limpiaba cristales, fregaba y hasta quité las hierbas que salen en el patio entre el hormigón.
A los dos meses me ofrecieron trabajar en el taller de Pinazo. Había compañeros que me decían que no fuese, que no era buen trabajo. Pero lo cogí y no me arrepiento. Veo que la posibilidad de trabajar en la cárcel es cien por cien positiva y a día de hoy soy encargado. Con el trabajo la condena la cuentas por semanas, no por días.

¿Qué te hizo delinquir?

He vivido mucho la noche. Empecé montando casetas para las fiestas de los pueblos de la Alpujarra a los 14 años y con 17 de camarero. Luego tuve un pub, que compaginaba con la pintura, ya que solo se trabajaba en la temporada de verano. En el pub me empecé a juntar con gente mayor que yo. Y entre que soy muy fiestero, me gusta mucho la noche y las mujeres, entré en una espiral. Si no llego a entrar en prisión me hubiese buscado otra más gorda.

¿Cómo está siendo tu estancia en Soto?

De esta cárcel no tengo queja. Aquí la gente se queja de la comida, en otras prisiones que he estado era aún peor y la falta de compañerismo era total, cada uno miraba por lo suyo, nadie se preocupaba por el de al lado. En este centro me he sentido arropado por los compañeros, y más por los de otros países, que por los de aquí. Estar en Soto es una experiencia que nunca voy a olvidar, no solo por la gente, sino también por los funcionarios. El equipo técnico me ha ayudado mucho y me han estado apoyando constantemente.

Con mi familia hablo todos los días. Me apoyan en todo momento. Solo somos dos hermanos y mi hermana ha estado siempre conmigo. Eso me da la vida. Sin hablar de la alegría que dan las zonas comunes de la prisión, así como la cantidad de actividades que existen. Otra persona que me ha ayudado mucho ha sido el padre Paulino. Es extraordinario. En cuanto salga le quiero ayudar en lo que pueda. Lo que hace por las personas no es normal. En otras prisiones el cura no es como es él. No le importa el delito que hayas hecho. Le importa la persona, mira a todos por igual.

¿Qué planes tienes para cuando salgas?

Vengo de una familia muy humilde. Empecé a trabajar por mi padre ya que en la escuela era muy malo Mi padre me dijo que tenía dos opciones o me buscaba un trabajo o me iba a trabajar con él como pastor. Me llevó 6 meses con las ovejas a la Sierra. Eso fue muy duro para mi. Mi madre ha sido siempre un apoyo, aunque esta enferma. Cuando salga quiero, además de dedicarme a pintar y a las reformas,
comprar un camioncillo para poder hacer trabajos de pocería, quitar los atascos de las casas.

¿Qué consejo les darías a los internos?

Que no desperdicien su estancia. Que piensen en lo que hay aquí dentro y lo que les espera fuera. Soto ha sido una experiencia que no voy a olvidar, es como si fuese una ciudad y que al igual que a mi me han ayudado, que pidan ayuda ellos.