¿Te importaría decirnos el delito por el que estas cumpliendo condena?
Es lo que aquí llaman un delito de aeropuerto, un delito contra la salud pública. Era conocedor de lo que llevaba.
“Pensaba que iba a ser un viaje de ida y vuelta, pero se convirtió en una pesadilla”
¿Qué te ocurrió para verte en la necesidad de tener que delinquir?
Fue una especie de extorsión. No es por quitarme responsabilidad ya que fue una mala decisión por
mi parte, y ahora estoy pagando las consecuencias de aquello. La vida son acciones y consecuencias,
tuve la acción y ahora estoy abonando las consecuencias. Soy consciente de la deuda que tengo con la sociedad y repito, ahora toca pagar.
En cuanto te detienen se te cae el mundo, tienes tu vida planificada, tus estudios, tu trabajo y pierdes todo por una mala decisión.
“Piensas que has cogido la opción fácil y te das cuenta que te has equivocado”
¿Cuándo eres consciente de lo que te viene encima?
Cuando me montan en el furgón de la Guardia Civil y me dicen que vas para la prisión, no sabes dónde te van a meter. Yo tenía la imagen de las prisiones de Sudamérica, y se me vino el mundo abajo, Estaba mentalizado que me iban a pegar. Y fue todo lo contrario, cuando llegué a la cárcel me hicieron un chequeo médico completo, me vieron los del equipo técnico y a los pocos días me enviaron para el módulo 4.
“Se te caen las lágrimas del cagazo que llevas cuando no sabes donde te van a meter”
¿Cómo fueron tus primeros días en la cárcel?
Es humano llorar, me había equivocado y fui consciente desde el primer momento de que la había
cagado. Una vez aquí dentro tienes mucho tiempo para pensar. Las celdas son de dos personas. Mi primer compañero fue un francés-español, del que guardo un grato recuerdo.
Dentro de esos pensamientos, ¿qué era lo que más te inquietaba fundamentalmente?
En lo que tenían que ser mis objetivos, y a día de hoy creo que los estoy cumpliendo. No quería ser una carga para mi familia. Hablé con doña Puri, la coordinadora de trabajo, y me consiguió un empleo como voluntario en el módulo 9 que estaba dedicado al Covid. De ahí pasé a la cocina donde llevo 2 años y dos meses. Me han dado una oportunidad y pienso que no solo no la he desaprovechado, sino que además estoy cumpliendo con mis obligaciones.
¿Qué queda del deportista que entró en Soto?
Mi sueño fue ser corredor profesional. Dicen que nunca es tarde, soñar no cuesta nada. Pero por razones más que evidentes me deje ese sueño en el camino. He ganado dos años consecutivos la carrera que se hace en la prisión con motivo de la celebración de la Merced. Hay a un funcionario al que le estoy muy agradecido que es don Fernando. Los jueves nos saca a entrenar al campo de futbol y gracias a sus exigencias logro mantenerme en forma. Él se preocupa por nosotros, se ha ganado mi respeto totalmente, es una gran persona y ayuda más de lo que él se piensa.
¿Con qué te quedas de Soto?
He hecho amistades buenas, que se cuentan con los dedos de la mano. Trato de seguir adelante, de continuar sin mirar hacia atrás, porque la vida no se detiene, la vida continua conmigo o sin mí.
¿Qué apoyos has tenido en prisión?
Tengo que agradecer a algunos compañeros que siempre han estado a mi lado para lo bueno y para lo malo. También tengo que agradecer el apoyo que he recibido desde el principio del equipo técnico del módulo 12. Sin ellos quizás no estaría como estoy hoy aquí, con muchas ganas de continuar luchando.
¿Qué moraleja sacarías?
La vida es muy corta como para parar a lamentarme por todo lo que quise o pude llegar a ser. Debo ser fuerte de espíritu y no dejarme vencer por los problemas que se me presentan o se puedan presentar en mi día a día. Entrena la mente y el cuerpo la seguirá.
¿Qué consejo darías a los internos?
Como dice mi amigo Giovanni, Yoyo, puedo aprender todo lo que yo quiera llegar a ser en un futuro. Estoy preso sí, pero mi mente es libre.
“Si tu cabeza está bien no pasa nada, hay que ser más fuerte mental que físicamente”
Ernesto Foncuberta
Redactor de Ecos de Soto.Fotos: Daniel Fortesque.