Si bien la selección argentina llegaba a la Copa Mundial de Fútbol 2022 invicta desde el año 2019, comenzó perdiendo su primer partido contra Arabia Saudita, y luego encontró dos empates en momentos críticos: contra Países Bajos en cuartos de final y contra Francia en la final, y terminó consagrándose como campeón del mundo en una agónica tanda de penaltis.
Aquel 18 de diciembre de 2022, toda la población argentina salió a la calle para unirse a los festejos, que duraron días, y hasta se extendieron a varios rincones del mundo, en donde se congregaron miles de argentinos migrantes. En una suerte de milagro social, Argentina se convirtió en el país “más feliz” del mundo, a pesar de estar sumergido en una crisis político-económica compleja (la cual se viene desarrollando hace ya algunos años, y que se agravó por la pandemia del COVID-19).
¿Cómo, a pesar de todo ello, la población argentina festejó de tal manera un campeonato de fútbol?
Argentina resulta ejemplo del deporte como elemento de unión, que aúna incluso a personas con posiciones sociales, políticas y/o culturales diametralmente opuestas. Lo cierto es que cuando juega Lionel Messi con la selección argentina, el país se detiene y nada más parece importar. Todas aquellas cuestiones que preocupan e incluso polarizan a la población quedan en segundo plano. El fútbol despierta en los argentinos una pasión inigualable e inexplicable, que incluso su famoso cántico de cancha reconoce: “no te lo puedo explicar, porque no vas a entender”.
El deporte genera una pasión compartida que une, sirve de aliciente y pone de manifiesto que, incluso ante circunstancias adversas, se puede lograr un buen resultado, y es allí donde radica su “magia”