La salida que tuvo una duración de ocho días, consistió en la realización del camino desde Sarria (Lugo) hasta Santiago de Compostela, cinco etapas en las que doce internos acompañados por dos funcionarios, un educador, un trabajador social y el capellán del Centro el padre Paulino, recorrieron caminando más de cien kilómetros.
Buen camino
Buen camino, es el saludo que se hace entre los peregrinos que realizan el Camino de Santiago, dos palabras que transmiten ilusión y ánimo. En nuestro caso, al encontrarnos privados de libertad, tiene por lo menos dos sentidos. Uno el de mensaje de ánimo para los que haciendo un esfuerzo físico intentando terminar las etapas de la mejor forma posible, muchas veces al límite de sus posibilidades, a la vez que el mismo deseo te hace pensar que es lo que quieres conseguir de la experiencia personal y cubrir los objetivos espirituales o personales que te hayas marcado. El segundo está claro, todo camino tiene su final, y ese es el que los que han hecho el camino de Santiago, quieren conseguir y prepararse para esa vida en libertad, el poder ver los paisajes, disfrutar de un rio o poder hablar con otro peregrino, sin que te cuelgue ninguna etiqueta. Ya que a lo mejor con el que estás hablando tiene una carga más pesada que la tuya y que desconoces, esa es una de las riquezas que tiene esta experiencia.
La vivencia no pudo ser más satisfactoria, el compañerismo, así como los momentos de soledad y recogimiento que fueron francamente satisfactorios para todos los participantes.
Cada persona tiene su camino único, personal e intransferible, para unos es el religioso, para otro es más espiritual, así como para otros puede ser más de recogimiento o superación personal marcándose la meta que culmina con la visita a la Catedral de Santiago de Compostela.
La convivencia, es otro de los aspectos fundamentales que tiene, no solo con el grupo de Soto, sino con el resto de peregrinos que te cruzas por las distintas rutas, es más que entrañable ya que llegas a coincidir durante mucho tiempo con las mismas personas que cuando llegas a la etapa final de Santiago, ya les saludas como si les conocieras de toda la vida, y lo más seguro es que no vuelvas a verles, pero la ilusión del desafío marca a todo el mundo por igual.
Caminando al lado de personas mayores, jóvenes de colegios o extranjeros que vienen a nuestro país desde los sitos más lejanos para poder hacer una peregrinación, que en la mayoría de los casos supone una superación personal.
El sábado día 7, se produjo la concentración de los 11 centro penitenciarios, en el Monte do Gozo, para que la última etapa la pudiésemos hacer casi los 100 asistentes, en esa etapa pudieron contar con la compañía de nuestro director Don Luis Carlos, quien quiso compartir ese día tan especial, el traslado hasta la Catedral fue emotivo y culmino no solo con la celebración de la misa del peregrino que fue presidida por el Obispo de Mondoñedo – El Ferrol Don Luis Ángel de las Heras, en la que una interna del CP de Pamplona leyó unas palabras que cualquier persona privada de libertad haría suya, ya que tal y como nos cuenta alguno de los asistentes nos dice al respecto “se podía decir más alto, pero más claro, no”, fue una llamada a la reinserción y a pedir ayuda a toda la sociedad para que no se vea a las personas que han estado privados de libertad como un elemento distorsionador, sino como alguien que ha cometido un error y que quiere volver a la sociedad.
Una vez finalizada la misa y después de asistir al rito del botafumeiro. Se desplazaron al Monasterio de San Martin de Pinario, donde bajo la presencia de Don Florencio Roselló, Director de la Pastoral Penitenciaria y del Obispo Don Luis Ángel de las Heras, para participar en un encuentro en donde todos y cada uno de los Centros intervino para relatar sus experiencias y retos que se habían marcado. A continuación pudieron asistir a una comida en el inigualable marco del refectorio del Monasterio. Dándose por finalizado el encuentro.
Al día siguiente los participantes de Soto del Real se desplazaron hasta Finisterre para dar por finalizada la peregrinación. Participando en un acto de reconciliación personal que consistió en pedir, cada uno de los asistentes, lo que se quería dejar atrás y lo que se pedía para el futuro. A continuación el padre Paulino ofreció un acto de confesión general y penitencia, en el que participaron los que quisieron.
Según nos declaran, tanto los internos, como los profesionales que acudieron, califican la actividad de éxito rotundo, tanto por la participación activa de los internos, como por el comportamiento ejemplar de los mismos, siempre bajo la tutela de los profesionales del Centro que se involucraron en todo momento.
Para todos nuestros lectores, BUEN CAMINO.